Postales del coronavirus: No me beses todavía

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¿Te imaginas cómo será el día en que salgamos a la calle sin máscaras y sin guantes?

Postales del coronavirus es un diario colectivo de esta era de incertidumbre. Puedes ver toda la serie aquí.

¿Te imaginas cómo será

ese día?

¿El día que salgamos

a la calle

sin máscaras

y sin guantes?

Será más bello

que la liberación

de la Francia ocupada,

será como un eclipse

de sol

que acaba de terminar,

y se iluminarán nuestros

rostros grises

y macilentos

y la libertad

de Paul Éluard

será la libertad de todos

y nos abrazaremos

en las calles

de Caracas

y de Roma

y de Madrid,

en las calles de Shanghái

y Nueva York

y nos besaremos

con las mujeres

más bellas

del mundo

hasta

que la muerte

nos

separe.

O hasta

que la muerte

no nos separe.

No me beses todavía

Quiero un beso,

un beso largo

pero no me beses

todavía.

Espera un rato,

no le tengas miedo

a la naturaleza

que la naturaleza

eres tú.

Si sobrevivo

a mí mismo

y a mi tiempo,

que es lo más probable,

tus besos valdrán

más que el azúcar

en la Edad Media,

más que la sal

de los templarios,

más que el tiempo

acumulado

en Bizancio.

No me beses

todavía,

falta poco para el verano

y ninguna súper gripe

nos podrá quitar

la alegría

o la tristeza

de estar vivos.

No me beses todavía,

nadie te dijo

que iba a ser fácil

vivir en un mundo globalizado,

que no existiría

el riesgo

de sufrir

lo que los otros sufren.

No me beses todavía,

pero recuerda

que todo estaba avisado,

que si no te ayudas

a ti mismo

descubrirás

lo que ya sabíamos,

que el hombre y la naturaleza

están en conflicto

aunque estén hechos

de la misma materia.

No me beses todavía,

bésame mañana,

porque habrá un largo verano

para soñar

otro mundo

y para besarse largamente.

La mata viejos

La vejez existe

por una razón

y se llama

saber acumulado.

En estos días,

sobre todo,

los más jóvenes

creen

que este es un virus

solo mata viejos.

No hagan fiesta todavía

milénials del mundo,

que ni siquiera saben

quién es Glenn Gould,

que ni siquiera saben

quién fue Leonardo da Vinci,

que ni siquiera saben

de dónde viene

el nombre

de la ciudad

en la que viven,

que ni siquiera saben

de la magia del tiempo

ni tienen idea

del efecto Doppler,

o de si el universo

se está expandiendo

o contrayendo,

que ni siquiera saben

quién fue Pasteur,

ni por qué la leche

que beben

no los enferma.

Yo no soy tan viejo

como creen

y por eso puedo decir

que necesitamos

a nuestros viejos,

que necesitamos

que nuestros viejos

duren más

que la noche,

aunque

se te quiebren los huesos

de la memoria.

Un mundo sin viejos

no sería un mundo triste,

sería un mundo estéril,

váyanse con cuidado.

Autor: Ezequiel Borges

Leer más en: https://www.nytimes.com/es/2020/05/03/espanol/opinion/poesia-coronavirus.html

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