Antes de nada, algo de contexto: ¿de dónde sale Lágrimas de muerte, de Xavier Marturet? Pues bien, esta novela breve es la segunda entrega de «Amenazas», serie de terror y aventuras de corte «pulp» inaugurada por el escritor Raúl Montesdeoca con La llegada. Huelga decir que las obras que componen dicha serie transcurren en el mismo universo y emplean personajes recurrentes. Se pueden leer de forma autónoma, aunque para apreciar los pormenores de su continuidad es preferible abordarlas todas en orden de publicación.
Ya que estamos, aclaro que «Amenazas» me parece un proyecto editorial sumamente interesante. No es único en el panorama español reciente (Pulpture también tiene una saga de estas características, por ejemplo), pero promete devolvernos a esos tiempos en los que la narrativa de evasión entretenía a una audiencia ávida de historias coloridas y sin grandes pretensiones. Desgraciadamente, la calidad de los productos que lo constituyen no es demasiado elevada. Al menos, según lo que he podido comprobar con Lágrimas de muerte.
Yo entiendo que a una colección de estas características no hay que exigirle mucho, ojo. Pero de ahí a entregar una ficción con un argumento cliché, una estructura caótica, personajes planos, una prosa tosca y un estilo ramplón, hay un buen trecho. Quizás el apartado más conseguido de esta novela sea su ritmo. Un ritmo tan ágil como el que la trama (que transcurre en una noche) demanda. Asimismo, destacaría la solvencia puntal de determinadas escenas. Precisamente las de suspense o acción; las cuales, paradójicamente, deberían ser difíciles de escribir.
La edición de Isla de Nabumbu tampoco ayuda a redondear el conjunto, pues presenta diversos gazapos, erratas y reiteraciones intrusivas. De ella salvaría, eso sí, la magnífica ilustración de la cubierta, a cargo de Julio Rod. Es, sin lugar a dudas, una delicia visual, fabricada especialmente para los amantes del género.
Concluimos pues que Lágrimas de muerte no está mal siempre y cuando uno acuda a ella consciente de sus modestas intenciones. No innova en nada y no siempre entrega el entretenimiento que promete, pero en general es pasable en tanto que escapismo barato. Aún así, deja un regusto a potencial desperdiciado, a producto mejorable en casi todos los aspectos. Lástima.
Autor: Oriol
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