Mario Benedetti es uno de los autores que mejor capta la “verdad” del desamor.
Mario Benedetti es uno de los autores que mejor capta la “verdad” del desamor, pues a diferencia de los demás autores que tienden a irse por los extremos, ya sea el del desenfrenado resentimiento hacia el objeto que se niega a ser amado o el de la devoción fervorosa e irracional hacia el objeto inalcanzable, admite culpa y se autocrítica sin martirizarse.
En el poema “La culpa es de uno” un hombre reflexiona tras haberse dado cuenta que la sutileza con la que su enamorada lo ha rechazado provocó que se encontrara repentinamente solo:
«Hace mucho muchísimo que yo no me enfrentaba como anoche al espejo y fue implacable como vos mas no fue tierno. Ahora estoy solo, francamente solo. Siempre cuesta un poquito empezar a sentirse desgraciado».
Con esa franqueza, Benedetti abre paso a la aceptación de la derrota. El narrador admite que le ha costado sentir autocompasión. Y claro, luego de la aceptación, debemos sentir aquella desdicha para poder entenderla, dominarla y finalmente olvidarla.
Ya que las letras de Benedetti se han convertido en el consuelo y desvelo de muchos, aquí te presentamos 11 lecciones de amor que el uruguayo nos dejó para sellas un corazón roto:
1. «A la ausencia no hay quien se acostumbre. Otro sol no es tu sol aunque te alumbre». (Mar de la memoria)
La frase anterior nos permite hacernos a la idea de que lo perdido nunca regresará aunque otros iguales vengan a ocupar su lugar.
2. «Sé que soy un idiota al esperarte, pues sé que no vendrás». (Espero)
Y evidentemente, el corazón se resistirá inicialmente a aceptar su destino tan lejano de lo ideal.
3. «Hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos, una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos». (Soledades)
En “Soledades”, Benedetti argumenta que después de la felicidad y el amor siempre hay soledad, como si la soledad fuese nuestro estado natural y la felicidad y el amor sólo momentos de desatino en los que la vida nos permite dejar de ser desdichados. Pero es a través de esta realidad universal que la persona y el objeto amado pasan a un entendimiento de que uno, si no es que los dos, volverá a aquella soledad.
4. «Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme». (La tregua)
Después de la conclusión emocional vivida entre ambos, queda el desazón y cae la venda, dejando que el narrador se de cuenta que independientemente de las virtudes y buenos actos de aquella persona a la que ha amado, nunca actuó plenamente para evitar herirle.
5. «Te quiero pero no deseo luchar contra el destino. Disfrutaré de vez en cuando de tu recuerdo que seguirá alterándome». (Adiós)
Nuevamente, hay que admitir que cada quien juega su partida y el resultado no cambiará. Lo que consta es que aunque la lucha contra el destino ha cesado, queda la batalla contra el recuerdo.
6. «El olvido está tan lleno de memoria que a veces no caben las remembranzas y hay que tirar rencores por la borda. En el fondo, el olvido es un gran simulacro repleto de fantasmas». (Ese gran simulacro)
Así empieza el proceso de dejar atrás aquello que ya ni siquiera está presente para dejarse reclamar.
7. «Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos». (La tregua)
Hasta que queda aquella distancia que nos permite dejar atrás la batalla que nos ha costado tanto desgaste emocional.
8. «Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar». (Primavera con esquina rota)
De ahí nos ilustra un camino en el que vamos lentamente, soltando la carga que queda: la memoria ya sin rencores que todavía nos atormenta.
9. «Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón». (La gente que me gusta)
Esta frase es como una bocanada de aire después de haber corrido el maratón del olvido. Es una palmada en la espalda diciendo que sí, olvidar es lo que más le apetece a un corazón roto, pero quizás, el poder convivir con ese recuerdo, se convierta en nuestro mayor logro y nuestra única solución real.
10. «El amor es una palabra, un pedacito de utopía, es todo eso y mucho menos y mucho más, es una isla una borrasca, un lago quieto sintetizando yo diría que el amor es una alcachofa que va perdiendo sus enigmas hasta que queda una zozobra una esperanza un fantasmita». (El amor es un centro)
Y al final, nos queda un fantasma que visita de vez en cuando pero que, al ser invisible, ya no nos controla.
11. «No te rindas, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento». (No te rindas)
Es el volver a comenzar que nos deja saber que, junto a Benedetti, hemos sellado la laceración de un corazón roto.
Este artículo fue publicado originalmente por Gabrielle Van el 17 de marzo de 2016
Autor: Gabrielle Van
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