2020, el año de la pandemia y del confinamiento, ha sido también el año en el que muchos lectores encontraron el tiempo anhelado para la literatura. El balance del año incluye así unos cuantos libros, incluidas estas novelas, crónicas y memorias traducidas, incluidas en la selección de lo mejor del año en literatura internacional.
‘Encuéntrame’, de André Aciman
Alfaguara/
Los personajes de Call me by your name, la novela que se convirtió en película de culto, reaparecen ahora como adultos más bien desencantados. A su manera, Elio, Oliver y Samuel buscan el empate a cero con la vida. Hasta que sus caminos vuelven a cruzarse como en una segunda oportunidad salvadora.
‘El gueto interior’, de Santiago Amigorena
Random House
Sobrevivir es, se supone, una obligación que nos atañe a todos. Para el personaje de El gueto interior (obra de un argentino pero escrita en francés), es también un calvario. La familia polaca del personaje ha muerto, toda ella, en el Holocausto. Para su superviviente, exiliado en Buenos Aires, sólo queda la angustia y la culpa.
‘Historia de mi palomar y otros elatos’, de Isaak Bábel
Minúscula
Perfeccionista, puntilloso, admirador de Guy de Maupassant, perseguido y fusilado, amante de la precisión, del fogonazo de lo breve, estos 11 textos son deleite. «Iba sin gorro, todo él con sus ligeros cabellos pelirrojos erizados, con la pechera de algodón ladeada y con algún que otro botón abrochado, pero no el ojal correcto». Como dice en el epílogo Ricardo San Vicente, «manipula la realidad para acercarnos a la esencia de las cosas». Estos textos, que de un modo otro están conectados a su vida, fueron apareciendo en distintas revistas entre 1915 y 1930, quería que se publicaron en un libro, pero fue detenido y…
‘Los días del Cáucaso’, de Banine
Siruela
Una novela bonita en el sentido más puro y eterno de la palabra: Banine, hija de dos dinastías de magnates petroleros en el Cáucaso, escribe una infancia de azeríes cosmopolitas que casi son como rusos blancos y que, obviamente, ignoran que están en vísperas del drama de la Historia. Delirios de grandeza cosmopolita, institutrices alemanas, abuelas salidas de una cueva…
‘Ejercicios de memoria’, de Andrea Camilleri
Salamandra
Más allá de sus historias criminales de baja intensidad criminal y alta literatura, el maestro Camilleri se hizo fuerte en un género a medias biográfico a medias político. Aquí, la vida del autor está escrita en paralelo a la historia de la segunda mitad del siglo XX en Europa, desde el milagro de la reconstrucción a los años de plomo. El libro lo dictó, ya ciego, en 2016, al borde de los 91 años, cuando ya nada, pero también todo, importa. De ahí el humor y la melancolía de sus recuerdos. Memorable su relación con la mafia, la ‘espantá’ de Ian McEwan, sus veraneos familiares siendo un chaval, los espías que traía su padre a cenar, sus vicisitudes con unos bandoleros, su incursión en el cine con Antonioni y Monica Vitti, la figura clave de un primo de su padre, el comisario Carmelo Camilleri (quien le inspiró a su comisario Montalvano), su relación con Vázquez Montalbán… Camilleri dio mucho de sí.
‘Exhalación’ de Ted Chiang
Sexto Piso
Muy en resumen, los relatos de Exhalación tienen algo muy moderno y, a la vez, algo muy clásico que remite a las narraciones de Jorge Luis Borges. Cuentos fantásticos, vidas dobladas, juguetes inocentes que se convierten en puertas a mundos paralelos… Chiang es un autor muy poco prolífero, de modo que hay que aprovechar este tren.
‘No todos los hombres habitan el mundo de la misma manera’, de Jean Paul Dubois
ADN
El Premio Goncourt de este año parace una novela norteamericana más que francesa. Si hasta resulta que el principal escenario es Canadá, con su interminable norte al que huyen sus personajes, permanentemente empeñados en alejarse de lo que quieren para hacerse una idea de lo que son. acabarán en la cárcel o algo peor pero algo de amor encontrarán.
‘Blanco’, de Bret Easton Ellis
Random House
A Bret Easton Ellis lo conocimos por sus novelas de terror minimalista, que eran todo nervio y nada carne. Es gracioso reencontrarse con él después de muchos años, a bordo de libros como Blanco, que son chácharas divinas sobre recuerdos de una infancia setentera, películas no muy buenas de Richard Gere y novios pesados en su cruzada contra Donald Trump.
‘El banquete anual de la cofradía de sepultureros’, de Mathias Enard
Random House
La nueva novela del Premio Goncourt de 2017 parece pensada para descansar junto a sus otras grandes obras, Zona y Brújula: novelas colosales, ambiciosas, evocadoras, casi anacrónicas… Esta vez, el viaje no es hacia Oriente ni hacia los Balcanes sino hacia una especie de Francia vaciada, poblada por chalecos amarillos y admiradores secretos de Rabelais.
‘Una mujer’, de Annie Ernaux
Cabaret Voltaire
Annie Ernaux narra con su estilo minimalista y lleno de tensión el clásico viaje que va desde el desprecio a una hija hacia su madre hasta su reconciliación, desgraciadamente posible cuando la muerte ya es inminente. Como ocurre en muchos de sus libros, ese aprendizaje también es la reconciliación con su clase social de la chica que salió adelante. Si cualquiera podría retratar a su madre, sólo muy pocos lograrían acertar con ese tono de reproche, a veces de desapego y otras de reproche hacia la persona más determinante de su vida. «Perdí el último nexo con el mundo del que salí», es la última frase del libro. ¿De dónde salió? De una bruma que el libro va disolviendo.
‘Unorthodox’, de Deborah Feldman
Lumen
Apenas hace falta explicar la historia del libro que inspiró la serie de la cuarentena: la oveja negra de una comunidad hasídica, su escapada a Berlín, el reencuentro con su madre… Si los espectadores de la serie buscan un motivo para leer, que se hagan a la idea de que el relato no tiene la intensidad emocional de la serie pero pone la información que falta en pantalla.
‘La vida mentirosa de los adultos’, de Elena Ferrante
Lumen
Después de la trilogía napolitana Lenú y Lila, llega el turno de Giovanna, una niña burguesa con complejo de patito feo que dar sentido a los agujeros negros de su familia. Gioavanna se obsesiona con una tía caída en desgracia y, en su búsqueda, abrirá todas las grietas habidas y por haber en su mundo.
‘Septología II. El otro nombre’, Jon Fosse
De Conatus
A Fosse lo hemos conocido como uno de esos candidatos eternos al Premio Nobel y como personaje cáustico pero admirable en Mi lucha, de Karl Ove Knausgaard. Este largo y melodioso monólogo, contado por un pintor alcohólico y solitario, es la puerta de entrada para muchos lectores españoles en su literatura. Su conversión al catolicismo, la angustia de vivir solo entre fiordos, de haber ¿perdido? a su mujer, la obsesión de pintar a las cinco de la madrugada, la oscura luminosidad de algunos de sus cuadros, su extraña relación con el único vecino con quien se relaciona… Libro inquietante, pero también adictivo. Eso sí, a Jon Fosse no le gustan mucho los puntos y seguido, sobre todo en la primera entrega de esta septología que se irá publicando a la vez en toda Europa.
Un país terrible, de David Gessen
Galaxia Gutenberg
Uno de los libros más dulcemente cómicos del año: un niño ruso emigra a Estados Unidos con su familia. A os padres les va bien pero a él no mucho, así que se, al cabo de los años, vuelve a Moscú con el muy poco sexy motivo de cuidar a su abuela y jugar al hockey sobre hielo enlos parques. El mundo que encuentra es violento, corrupto y chapucero, pero, poco, dará con el truco.
‘Por los buenos tiempos’, de David Keenan
Sexto Piso
Unos brutos de barrio (de barrio católico) se convierten en subcontratistas del IRA en algún momento de los años 70. Y en parte, son felices así, dando tiros y haciendo estragos en el bando de sus buenos. Pero en parte, anhelan un mundo más ligero y cosmopolita de discos de pop, cómics de ciencia ficción y mujeres desinhibidas.
‘Todo en vano’, de Walter Kempowski
Libros del Asteroide
Todo en vano parece un libro de otra época. En un caserón de Prusia, en 1945, en ese momento en el que el Ejército Ruso ya avanza como una locomotora hacia Berlín, una viuda aristócrata alemana, no suficientemente nazis para sus vecinos, sobrevive junto a su hijo a la miseria y a las intrigas.
‘Relatos’, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa
Anagrama
No sólo el duque de Palma de Montechiaro y príncipe de Lampedusa escribió El Gatopardo. Alrededor de la novela hubo esbozos, páginas que sirvieron de apoyo, digresión o laboratorio y que ahora se dan a conocer. Así, unos recuerdos de infancia, cuando en 1900 tenía tres años y medio: «Mi madre se estaba peinando, ayudada por la doncella, y yo no sé qué hacía, sentado en el suelo en el centro de la habitación». Son los momentos tranquilos y previos a que la familia se entere de que han asesinado al rey Humberto. Se incluyen también en este volumen otras evocaciones, así como el cuento de Navidad La alegría y la ley y, sobre todo, el relato La sirena, que tanto gustó a Marguerite Yourcenar. Introducciones, textos manuscritos y dibujos del escritor complementan esta edición.
‘Almas y cuerpos’, de David Lodge
Impedimenta
Londres, años 50: una congregación de universitarios católicos hacen piña en torno a un carismático sacerdote. Son aplicados, célibes y rigurosos, se enamoran, se comprometen y quizá tengan unos cuantos momentos de felicidad. Sin embargo, ignoran que les esperan son los años de la liberación sexual, que quebrarán sus certezas, sus lealtades y sus idealismos.
‘Cuentos completos’ y ‘Anagramas’, de Lorrie Moore
Seix Barral y Eterna Cadencia
Dos títulos han coincidido este año de la escritora de Nueva York. Las 1.000 páginas de ficciones están unidas por la densidad de sus ambientes y por un humor casi secreto que la acercan a los autores clásicos de cuentos estadounidenses. Leídos en conjunto son una historia de la literatura norteamericana y de las relaciones humanas durante los últimos 30 años. Anagramas, su primera novela que ahora se rescata, muestra el vacío y la búsqueda de una joven que a sus 33 años percibe un desasosiego tan habitual en esa edad fronteriza. Clubs nocturnos, clases de aerobic, relaciones que no se saben si han empezado o ya concluyeron, viajes que pueden ser huida… Desconcierto.
‘Sol de sangre’, de Jo Nesbø
Reservoir
Un libro diferente en la obra del escritor noruego: en parte conserva el aire de thriller que esperan los lectores de Harry Hole (su protagonista es un sicario derrotado por la vida), pero pone el énfasis psicológico y en la mística del paisaje casi polar que Nesbø eligió como escenario.
‘Elijo a Elena’, de Lucia Osborne-Crowley
Alpha Decay
Otro libro testimonio. Lucia Osborne-Crowley era una gimnasta australiana que se preparaba para participar en los Juegos Olímpicos, cuando sufrió una violación que quebró para siempre su físico, su ánimo y su carrera como deportista. El relato de aquellos hechos, crudísimo, tiene un sentido de redención personal.
‘Enero sangriento’, de Alan Parks
Tusquets
Glasgow, 1973. Sólo con nombrar el escenario y el tiempo de Enero sangriento ya está explicado el gran aliciente de la primera aventura del muy disfuncional agente McCoy. El crimen, esta vez, es un cruce entre la violencia machista, el nacimiento de la cultura de la heroína y el sectarismo religioso en la principal ciudad de Escocia.
‘Los secretos que guardamos’, de Lara Prescott
Seix Barral
El rescate del manuscrito microfilmado de Doctor Zhivago, de Borís Pasternak, y su traslado desde la Unión Soviética hasta Nueva York se convierte en estas páginas en una casi-novela de espías que explica la Guerra Fría y que, a la vez, es una historia de amor a la literatura y de heroísmos secretos. Lara Prescott se ha valido de la desclasificación de documentos para dibujar el paisaje interior de Pasternak (obligado a no recoger el Premio Nobel), sus relaciones personales (éxtasis y persecución), el trabajo de secretarias y mecanógrafas en las oficinas de la CIA en Nueva York, la participación del Vaticano en la propagación de la novela en la Exposición Universal de Bruselas. Todo un disparate si no hubiera sido real.
‘Propiedad privada’ de Lionel Schriver
Anagrama
La autora de Tenemos que hablar de Kevin reúne un puñado de personajes obsesionados por tener, por prosperar, por ser alguien… O, al menos, por no perder lo poco que tienen. Su efecto es cómico y triste, tierno y desesperante. Sólo la historia inicial, la de Gilian y Buba, podría haber sido una novela, una de las mejores del año.
‘Otoño’, de Ali Smith
Nórdica
Sí, fue la considerada primera novela sobre el Brexit. Pero eso no tiene por qué justificar nada. Hay vallas de tres metros coronadas por concertinas, cámaras de seguridad, pintadas xenófobas -«la pareja española de la cola del taxi (…) recién llegados (…) les han gritado que se fueran a su país»-, pero también Ali Smith viaja (¿como réplica?) al Swinging London y a la leyenda de la olvidada pintora Pauline Boty. Y se aborda la vejez, del paso del tiempo, de la identidad. Y, con mucho humor, de la burocracia. Libro poético, angustioso y atractivo. Es la primera entrega de todo un reto, el anunciado Cuarteto estacional. ¿Para cuándo la próxima entrega?
‘Al oeste del Edén’, de Jean Stein
Anagrama
Un poco reportaje, un poco historia oral, un poco columna de cotilleos… y, en conclusión, una señora novela. Al oeste del Edén empieza narrando el despegue de la ciudad de Los Ángeles como la gran urbe de su tiempo, narra sus años de esplendor económico y cultural y se regocija en su lenta y teatral decadencia.
‘La vida lenta’, de Abdelá Taia.
ADN
Abdelá Taia se había dado a conocer como el narrador del otro lado del turismo sexual,por contar la historia del chico árabe que alcanzaba el ascenso social, cultural y migratorio gracias a un amante francés. Ahora, el mismo personaje se enfrenta al desencanto de haber dejado de ser marroquí sin haber llegado a convertirse en francés.
‘Ellas hablan’, Miriam Toews
Sexto piso
Un reportaje escalofriante, una ración de pintoresquismo incomprensible y algunas páginas de humanidad conmovedora… Toews reconstruye la historia de las violaciones en serie en una comunidad menonita en Bolivia y hace un precioso retrato de la rebeldía, de la capacidad del ser humano para salir adelante en las peores circunstancias. Lo peor/mejor de todo es que ella habla con conocimiento de causa, ella fue memonita, ese credo que rechaza la luz eléctrica y evita cualquier insinuación de concupiscencia. La rebelión de algunas de aquellas mujeres, la opción entre «no hacer nada, quedarse y luchar o irse» hizo tambalear unas creencias ancladas en siglos atrás. Hubo juicios, hubo condenas en firme, pero no cundió el ejemplo. A veces la realidad…
‘La guerra de los pobres’, de Éric Vuillard
Tusquets
Vuillard lleva años empeñado en contar la historia de los invisibles en Europa con las herramientas de la literatura. En este caso sus protagonistas son los impulsores de una rebelión de campesinos en la Alemania del XVI, a medias enfebrecidos por un ataque de mística, a medias socialistas antes del socialismo. La propagación de la Biblia traducida a la lengua del pueblo (tan lejana de un latín que no entendían) gracias a la reciente invención de la imprenta resquebraja un status quo hasta entonces apacible. «Una sez de pureza atravesaba el país, enardeciendo a las masas, interrumpiendo brutalmente el viejo discurso». Y Thomas Müntzer en el epicentro, quien «apela al Reino de Dios aquí y ahora». Y todo, contado bajo el sello Vuillard, el mismo que nos deslumbró con El orden del día.
‘Los chicos de la Nickel’, de Colson Whitehead
Random House
Whitehead se ha convertido en el escritor que más concienzudamente se esfuerza por novelar la historia de la comunidad africana en America del Norte, Esta vez, su foco se pone en la educación idealista pero siniestra diseñada para convertir a los negros en buenos blancos. El escenario es esta vez un internado temible que sólo deja margen para sobrevivir.+
Autor: Luis Alemany y Manuel Llorente
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