Pierre Assouline: «Cervantes es hoy el autor más vanguardista»

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Ha firmado las biografías de Simenon, Hergé, Gallimard y Cartier-Bresson, y ahora edita en Francia, su país, un libro sobre sus orígenes sefardíes.

En Francia, la patria de los intelectuales -como él mismo afirma-, Pierre Assouline (Casablanca, 1953) ostenta una posición destacada como crítico literario y autor de soberbias biografías sobre Simenon, Hergé, Gallimard y Cartier-Bresson, entre otros. Un escritor de biografías, dice, no es tanto un biógrafo como «un escritor de vidas», y ahora ha decidido escribir la suya en un libro sui generis recién editado en su país, Retorno a Sefarad.

Sin título aún en español, la obra profundiza en los orígenes sefardíes de Assouline, que los mezcla con poemas o reflexiones y con el fruto de sus visitas a diversos pueblos españoles como Castrillo Mota de Judíos (en su tiempo, Matajudíos). El resultado es una especie de «cocido literario», afirma sólo medio en broma (y en el medio español-medio francés de toda la entrevista), que no hay que temer llamar novela.

«El género literario de hoy es el cocido. Vivimos en un mundo global, sin fronteras, y la literatura forma parte de ello. El relato y la historia, la ficción y la no ficción se confunden; por eso el protagonista de Sefarad soy yo, abiertamente», declara. Esta libertad es consecuencia de varios factores: «En primer lugar, de libros como A sangre fría, a los de Emmanuel Carrère o a El impostor, de Javier Cercas. Estas obras resumen mi ideal de síntesis entre periodismo, historia y literatura. Y, claro, esto sólo puedo hacerlo a mis años… Primero fui reportero, luego biógrafo, más tarde novelista… Ahora me siento enteramente libre».

Si retrocede aún más, Assouline se siente en deuda con otros dos escritores. Cervantes para empezar, y para terminar: «Para mí es hoy, en 2018, el escritor más vanguardista: cuanto más lo leo, más libertad siento que me da». El otro es Carlos Fuentes. «Una vez le conté lo que estaba haciendo [su libro Vies de Job]y me dijo: ‘Llámalo novela: así cuentas lo que te dé la gana sin que nadie pueda decirte nada’. Creo, como Fuentes, que la novela es el lugar por excelencia de la libertad del espíritu».

El género de la biografía no le llama desde hace tiempo. «Para hacer otra tendría que tener una corazonada, un flechazo. Espero que me vuelva a suceder, pero de momento no ha sido así», explica esta suerte de Stefan Zweig («pero con más investigación a las espaldas», recalca) a la francesa. La cuestión del flechazo guarda más relación con la obra que con el autor. «Ni Hergé ni Céline me fascinan como personas, Simenon algo más… De Bresson me gusta todo. No me iría a cenar con Hergé, pero sí con Proust y con Lorca. Me encantaría comer churros con Cervantes».

El editor de La République des Livres es lector de Marías, Cercas, Ruiz Zafón o Llop, y va a comenzar con Patria. De los franceses se queda con Michon, Quignard, Enard, Vuillard; también Lemaitre y, por supuesto, Carrère, aunque no le gustó El Reino. Le llegan tantos libros («al ordenador y hasta al teléfono») que les concede «una página», la primera, antes de decir «¡fuera!» (en español).

La conversación se desliza de la cultura a la política. Assouline cree que en Francia los intelectuales aún cuentan. «Si fallece Bresson o Boileau, es noticia de primera página; en EEUU, la muerte de Mailer es un faldón. Y en España, Marías o Pérez-Reverte cuentan sólo cuando se comprometen en el debate político. Hace poco hubo una polémica de tres semanas en Francia acerca de los textos antisemitas de Céline; aquí veo que únicamente hay polémica por los nombres de las calles…».

Acabamos, cómo no, con Cataluña. «Han tenido la mayor autonomía de toda Europa. A los chicos les han enseñado desde hace 30 años que no eran españoles; ellos no tienen la culpa… Esto tenía que pasar», sentencia Pierre Assouline.

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www.elmundo.es/cultura/literatura/2018/03/27/5ab9420c46163fe27f8b4607.html

 

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