María Medem, ilustradora y contadora de historias

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Parece vivir en un universo paralelo. Un planeta medemiano que surge de la observación de lo cotidiano y que le sirve para proyectar historias que deforman la realidad, aunque en ocasiones esa deformación no sea sino una verdad absoluta, a veces oculta, que su ojo clínico es capaz de detectar. Comportamientos de animales que provocan la paranoia del protagonista o ilusiones ópticas provocadas por el agua, son algunas de las temáticas que le fascinan. Es María. De apellido prusiano, Medem. Una ilustradora, contadora de historias, que mediante sus viñetas nos pone luz en el lado más psicológico del ser humano. Nacida en Sevilla, en el barrio de San Bernardo.

¿Soñabas con hacer lo que haces hoy?

De pequeña escribía más que dibujar. No tenía nada claro mi futuro y cuando llegó la hora de elegir estudios me decidí por Bellas Artes aunque no me preguntes por qué. Aquí esos estudios están más enfocados a la pintura tradicionalmente. Al final creo que lo decidí porque quería dibujar y era la única carrera en la que se hacía. Soñaba con ser escritora y al fin y al cabo, cuento cosas en fanzines, cómics y viñetas.

¿Tradición familiar?

Para nada. Mi madre es psicóloga y mi padre psicólogo matemático, así que no tiene nada que ver.

Viendo tu obra, hay mucho de psicología, ¿no es así?

Creo que sí. Desde pequeña he oído a mis padres hablar sobre psicología, comportamientos humanos. Esa cotidianidad me ha afectado posiblemente.

¿Qué dibujabas en tu habitación de pequeña?

Dibujaba mucho y sobre todo historias locas. Concretamente hace poco encontré algunos de mis dibujos. Tenía obsesión por los animales. También apareció una de las obras de las que me siento más orgullosa de mi niñez acerca de la historia de un balón de rugby. Pero no creo que haya rastro alguno de aquellos garabatos en mi obra actual.

¿Qué tal tu etapa académica?

Bellas Artes fue un horror. Suspendía. No me interesaba demasiado, me aburría. No me gustaba en absoluto la pintura con modelos y en lo teórico no llegábamos a ningún nivel interesante bajo mi punto de vista. Pero bueno, me obligaba a dibujar y eso lo agradezco.

¿Cómo es tu obra? 

Depende de la obra. Por ejemplo, si hablamos de los cómics mudos, intento transmitir la sensación de desorientación, soledad o frustración. Cuento historias imposibles o incluso paradójicas. Son reflexiones. Intento desubicar y alterar. En ocasiones describo mucho el paisaje y con ello logro que el espectador se ubique en él.

Hay un elemento muy interesante en tu obra que es el agua. 

Así es. El agua se puede trabajar de muchas maneras dependiendo de la propiedad de ella que quieras destacar. Me interesa mucho la del cambio visual de la realidad que provoca cuando entra en contacto con un objeto.

¿Huyes del detalle?

El detalle a la hora de dibujar o pintar no me gusta. Incluso me agobia. Después, el detalle a la hora de contar las historias sí que me gustan, y de hecho forman parte de mis obras.

Tratas muchos temas universales como la soledad, la frustración… ¿Qué tienen de biográficos tus dibujos?

Me interesan mucho esos temas y estudiar el comportamiento que el ser humano tiene sobre ellos. Si me preguntas si soy solitaria, un poco. Trabajo mejor sin nadie alrededor. Ahora que tengo más trabajo necesito más soledad. La vida en comunidad y el dibujo no son demasiado compatibles.

En qué te inspiras?

En la cotidianidad por supuesto, pero dándole la vuelta. Por ejemplo, en una de mis últimas obras cuento un paseo pero dentro de ese paseo ocurren cosas extraordinarias y que alteran la realidad. Eso es lo que me interesa. Me fijo sobre todo en las sensaciones, y basándome en la observación.

¿Te influye vivir donde vives?

Seguramente sí. Por ejemplo, me gusta mucho el flamenco. Sus letras tienden mucho a la cotidianidad, y a sencillez de la poesía que transmite sensaciones profundas.

¿Escuchas flamenco?

Mucho. Pero no el flamenco moderno sino el antiguo. Me gusta Enrique Morente, sobre todo la primera etapa.

En quién te fijas o de quién aprendes?

Me gustan muchos fotógrafos. Me interesa mucho la fotografía de los años setenta en Barcelona que retrataba lo cotidiano, por ejemplo, Ramón Masat o Colita que retrataba igual a un señor tomándose una sopa como una reunión flamenca. Me interesan porque muestran la extrañeza de la realidad.

¿Cómo es el proceso de creación de un cómic?

Antes te decía que quería ser escritora pero el proceso me parece mucho más complejo. Cuando hago un cómic entro en duda en muchas ocasiones pero la base es el dibujo. Normalmente cuando estoy relajada me salen ideas más potentes que cuando tengo encargos.

¿Buscas lo bello?

Por supuesto. La estética es fundamental, pero es una mezcla de belleza y el hecho de contar y transmitir.

También has trabajado para editoriales con ilustraciones.

Ese trabajo me gusta mucho. Cuando te toca un buen texto es una colaboración maravillosa. He trabajado con la revista americana Anxy Magazine. El texto era precioso. Era un ensayo en primera persona de una mujer que contaba cómo un trauma se transmitió de generación en generación. Su abuela había sido maltratada y ella sufría las consecuencias del silencio.

¿Lo negativo te inspira más que lo positivo?

Es posible. Sin embargo hace poco hice un trabajo de cuatro páginas sobre situaciones que aportan sensación de placer y disfrute. Es cierto que lo extraño da más juego. La extrañeza tiene más matices.

¿Qué lee María Medem?

Me atrae mucho el cómic actual en el que se experimenta con el lenguaje gráfico. Y las novelas gráficas me interesan poco. Hay gente como Joi Kessler que me gusta. Soy consumidora de cómics de editoriales inglesas y americanas que sacan obras limitadas con tiradas pequeñas.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Estoy acabando un libro con la editorial Apa Apa (Barcelona) y también estoy con unos cómics de una página sobre el agua que me van a publicar e imprimir en una editorial francesa.

Ver más en:  La Muy

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