Miquel Barceló: «Pintar es vender tu alma todos los días»

0

El artista mallorquín ilustra «Fausto» de Goethe. Sale a la luz el primero de los dos volúmenes

Los artistas tienen algo (o mucho) de Fausto: siempre insatisfechos, con ansias de inmortalidad, de un conocimiento ilimitado, de amor eterno. Y Miquel Barceló no iba a ser menos. Quince años después de lidiar con un miura de cuidado («La Divina Comedia» de Dante, en 2003), se envalentonó y ha cogido por los cuernos al mismísimo «Fausto» de Goethe. Que también son palabras mayores. La desaparecida escritora y crítica de arte Dore Ashton le insistía cada vez que se encontraba con Barceló: ¿Cuándo vas a ilustrar «Fausto»? Pero el mallorquín siempre andaba metido en proyectos «desmesurados», como la cúpula de la ONU en Ginebra, y nunca encontraba tiempo para meterse de lleno en este «libro maldito».

«Tal vez hago demasiadas exposiciones, pero nunca son suficientes los libros», advertía ayer en el Goethe Institut de Madrid, donde presentó -dónde si no- el primero de los dos volúmenes de «Fausto» (Galaxia Gutenberg), en edición bilingüe alemán/español (89 euros). El segundo está previsto que vea la luz en otoño de 2019. Goethe tardó mucho más: el primero, acabado en 1806, se editó en 1808. Veintiséis años después de concluir la primera parte, finalizó la segunda, publicada póstumamente.

Proyecto predestinado

Miquel Barceló estaba predestinado a hacer este proyecto. Hace 25 años vio una exposición en París. Se compró una litografía de Delacroix en la que aparecen Mefistófeles y Margarita y que le ha acompañado toda la vida. En verano de 2017, el editor Joan Tarrida recibió una sorpresa vía sms: las primeras ilustraciones de «Fausto», que el artista le enviaba desde La India. En total, 72 ilustraciones más las guardas. Barceló ha cambiado África («se ha vuelto muy difícil») por el Himalaya. De ahí que la iconografía y los colores del techo del mundo y el norte de La India se hayan colado en su personal visión de la obra de Goethe: véanse los guerreros tibetanos o divinidades hinduistas con muchos brazos, piernas y ojos. Eso sí, advierte que la segunda parte («es un Fausto muy posmoderno») tendrá un color y un tono distintos.

Ilustración de Miquel Barceló para «Fausto» de Goethe. Detalle
Ilustración de Miquel Barceló para «Fausto» de Goethe. Detalle – GALAXIA GUTENBERG

«No soy un ilustrador muy estándar», confiesa Miquel Barceló. Sus acuarelas son una lectura o interpretación paralela de este clásico. «No intento hacer visible lo que escribe Goethe. Hay en el libro imágenes no creadas para este proyecto y que quizás podrían servir para ilustrar otros libros, como el Quijote. Tal vez funcionaría. Podríamos intentarlo» (ríe). Imágenes misteriosas como una chumbera, un autorretrato infantil como buzo, un ojo con pequeñas figuras como pestañas, ciegos, un mundo lleno de moscas…

«Fausto» no ha perdido un ápice de actualidad. «Habla de los temas que inquietan al ser humano: el conocimiento, el deseo, el poder, el bien, el mal, la perennidad, la idea o la ausencia de Dios… la vida. Por eso es un clásico y lo seguimos leyendo hoy. Es un libro fascinante», dice el pintor y escultor. ¿Por qué vendería Miquel Barceló su alma al diablo?, le preguntamos. «Pintar es vender tu alma todos los días. Es como jugar al póquer. Unas veces se gana y otras se pierde. Pero, al final, Margarita acaba salvando a Fausto. El amor lo salva». Y no es un spoiler. Dice entender muy bien a Fausto, porque él se pasa muchas horas sin salir de su taller, mientras fuera hay tantas cosas que uno desea. «Todos tenemos un Mefistófeles dentro, es una sombra de Fausto».

Lector empedernido y confeso, hay muchos libros que le gustaría ilustrar, como «El tiempo recobrado» de Proust («seguramente lo haré algún día») o la «Crónica de Indias» de Bartolomé de las Casas, que ve como un western.

Ver más en: ABC

Leave A Reply