Inktober ‘entintó’ las redes sociales en octubre

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Ilustradores del mundo se retan a hacer una obra de arte diaria durante octubre.

Para lograr la punta del ballet, los bailarines se tuercen los dedos hasta que sangran los pies; para construir una obra de teatro, los actores repiten sus líneas y movimientos; para conseguir maestría en la interpretación de un instrumento, los músicos ensayan tanto que tienen siempre ampollas en las yemas de los dedos. Pero cuando se encuentra un dibujo de buena factura, es difícil imaginar a su creador pasando por grandes esfuerzos para lograrlo, aunque así suceda.

La ilustración va más allá de un talento que cae del cielo. Hacen falta pasión, disciplina y constancia para mejorar la técnica y la conceptualización. Para eso existe Inktober, el reto que, durante este mes que hoy termina, invitó a que ilustradores del mundo se pusieran a prueba contra la procrastinación, el estrés de la vida diaria o la falta de motivación.

El reto nació sin pretensiones en octubre del 2009, cuando el ilustrador estadounidense Jake Parker se propuso mejorar sus habilidades con la tinta, una de las técnicas de ilustración más exigentes, dada su intolerancia al error. Una gota derramada no puede ser borrada del papel y puede favorecerlo o estropearlo por completo.

De este modo, hizo un dibujo cada día de ese octubre y dada la casualidad del mes, lo compartió en sus redes sociales con la palabra Inktober, que ha sido traducida como inktubre o tintubre.

Pero eran años en que las redes apenas empezaban a despegar y los retos de internet eran todo, menos populares. Así, solo algunos colegas cercanos le siguieron el cuento con dibujos, mientras para Parker, el inktober se convirtió en un ritual anual que no solo lo sacaba de su zona de confor, sino que lo obligaba a hacer algo que en definitiva amaba: dibujar.

En 2016, Parker subió de nivel el reto publicando un calendario de palabras. Cada día los ilustradores debían crear a partir de palabras tan literales como árbol o tan abstractas como ruido. 

Desde ese año, el calendario, que se publica originalmente en inglés, es traducido al español, al portugués, al francés, al alemán y al japonés. Además, otros artistas han creado sus propias listas como el #Feministinktober, impulsado por la ilustradora española EsCarolota y que incluye palabras como pezón, feminazi o menstruación.
Inktober se convirtió en una ola de publicaciones. En esta ocasión, solo en Instagram se encuentran más de 12 millones que usan la etiqueta #inktober y casi 5 millones con #inktober2018

En el 2016 se creó en Facebook la fanpage Inktober Colombia, donde se publican los mejores trabajos de los artistas nacionales que comparten sus retos con la etiqueta #inktobercolombia (a la fecha hay más de 11.000 publicaciones en Instagram con este hashtag y las ilustraciones de quienes participan pueden ser muchas más, ya que algunos usan solamente #inktober).

En Colombia, quien hace las veces de curador digital para esta gran galería en la que se ha convertido el reto, es el también ilustrador Iván Saboya. “Yo no tengo ninguna relación con Parker, lo que hice fue empezar a compartir las ilustraciones que la gente hace acá”, comenta.

Y aclara: “Esto no me pertenece, pero yo hago la curaduría según criterios estéticos y de originalidad, entonces a partir de eso hago la publicidad cada día y me gasto dos, tres horitas sentado en este aparato mirando todo lo que hay”, dice con una tablet en su mano, en la que ve entre 300 y 600 trabajos al día, de los que selecciona entre 30 y 50 para publicar en las redes sociales de Inktober Colombia y darles mayor visibilidad a las creaciones locales.

La gran participación de ilustradores nacionales responde a varias motivaciones. Para el nariñense Darío Ojeda fue reencontrarse con la tinta líquida, pues por su trabajo se relaciona más con el arte digital. “Quise retomar mi pasión por el dibujo, que había tenido abandonada por seis, siete años, y estaba cansado de no aprovechar mi talento”.

Y aunque el reto también admite dibujos hechos en tinta digital, a pesar de las controversias que esto ha causado, Ojeda asegura: “Lo emocionante es que al hacerlo en tinta, ¡no existe el Ctrl z!”.

Además del reto técnico que representa la tinta, para algunos existe algo aún más desafiante: “De pronto, la mayor dificultad es la zona de confort que uno tiene porque implica un proceso creativo”, dice Nelson Martínez.

La ilustradora Giselle Escandón explica: “Más que la obligación, es disfrutar hacerlo. En mi caso hay días en los que digo: ‘hoy no puedo dibujar, no estoy de ánimo o estoy cansada’, y luego me pongo al día”.

“A la mayoría le sucede que no puede hacer los 31 dibujos”, cuenta Saboya, y explica que esto responde a falta de tiempo o motivación. “Es algo que se hace con mucho amor y a veces con cierta desconfianza de la capacidad propia, pero pasa que uno lo hace mejor de lo que esperaba”.

Así le pasó a Ojeda, quien dice: “La mayor satisfacción es que di a conocer mi talento y descubrí que puedo hacer mucho más de lo que pensaba porque antes no creía tanto en mí. Ahora sí”.

Es así como además de mejorar la habilidades técnicas y creativas y fomentar mejores hábitos para los artistas, ahora el Inktober da confianza a muchos creadores y visibiliza talentos, como en el caso de Nelson Martínez, quien encontró la magia como concepto para su trabajo.

Queda así una galería digital, un montón de nuevos proyectos y la evidencia de la cantidad de talentosos ilustradores que hay en el país. Y para ellos, más que cumplir con el reto o subirse al tren de la fama y conseguir algunos contratos, “la mayor satisfacción es ver el recorrido que se hace durante todo este evento, porque cada dibujo, además de representar una palabra, guarda vivencias como las alegrías, el estrés y también el compartir con otras personas en el momento de ver lo que han hecho en el mes”, dijo Escandón.

Autor: Ana Hincapié

Ver más en: El Tiempo

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