En Literatura, nada es lo que parece | Entrevista a Luis Bugarini, sobre papeles de Myra Hindley

0
  • La escritura fragmentaria es el modo prototípico de la escritura en prisión; un poemario sobre una asesina serial

Hay que decirlo, los asesinos seriales son los monstruos contemporáneos. Hombres y mujeres que sorprenden por su saña, por su desapego a los valores cívicos y morales contemporáneos, por la frialdad con la que pueden cazar a sus víctimas. Pero los asesinos seriales también son personajes que generan fascinación y dudas en la sociedad contemporánea, que se pregunta qué los lleva a actuar así.

El tema de los asesinos seriales ha sido retomado tanto por el cine, como por las series de televisión, que han explotado esta fascinación, que en ocasiones raya en el morbo. La literatura no ha sido la excepción, y ha generado obras maestras como A sangre fría de Truman Capote, por mencionar solo una de las muchas grandes obras que la literatura norteamericana nos ha dejado sobre el tema. Una novela que inaugura el género de no ficción y que reconstruye el asesinato de la familia Holcomb en el estado de Kansas en Estados Unidos, y la vida de los dos asesinos de la familia.

La poesía como género literario se ha acercado menos a estos personajes oscuros, pero sin duda, los poetas tampoco han podido sustraerse a la fascinación que los asesinos seriales han dejado tras de sí a lo largo de los últimos dos siglos. Este es el caso de libroPapeles de Myra Hindley del escritor, ensayista mexicano Luis Bugarini (Ciudad de México, 1978) y publicado por la novel Ediciones Periféricas.

Luis Bugarini es un caso atípico de la literatura mexicana, un caso excéntrico, pues con una copiosa obra literaria publicada en los géneros de narrativa, como la trilogía Europa,Recuentos personales de Mitia B (2018), Palabras de un discreto (2018), Se encogió de hombros y dijo (2018) y Hermenéutica (2014), se dedica a la crítica literaria y ha publicado también poesía, con títulos como Cabuyero Práctico con la editorial Mantarraya. Además es director de Iniciativa Cucurucho, creada para editar “Libromás” para su descarga gratuita y escribe un blog en la Revista Nexos.

En esta ocasión Bugarini retoma la figura de Myra Hindley, un caso también atípico dentro del mundo de los asesinos seriales, puesto que a ella no se le comprobó que hubiera asesinado directamente a ninguna de las víctimas. Sin embargo, fue cómplice activa de los asesinatos cometidos por su pareja, Ian Brady. Una pareja a los que los unió la muerte, más que el amor, sin duda, pero el papel de Myra, nacida en Inglaterra en 1942, y fallecida en la cárcel en 2002, acompañó en sus correrías a Ian durante los años de 1963 y 1965. Al final serían arrestados y tanto Hindley como Brady terminarían en la cárcel.

Es a partir de estos hechos, Bugarini reconstruye con poemas y con textos de diversa índole la sicología de un personaje tan fascinante como elusivo. Platicamos con el autor sobre Papeles de Myra Hindley.

Javier Moro Hernández (JMH): Retomar a un personaje histórico real para generar una obra literaria, puede ser un experimento arriesgado. Además, creo que en tu libro hay otro elemento importante: Myra es un pretexto para la creación, para la búsqueda literaria experimental. ¿Cómo nace este proceso literario?

JMH: ¿Cómo llegas a un personaje como Myra Hindley? ¿Cómo acercarse al personaje real para desde ahí empezar a crear, escribir?

LB: Empezó como una fascinación obsesiva y, poco a poco, me fui documentando sobre su vida. Por suerte hay numerosos documentales y hasta una película sobre los hechos. Me pareció aterrador que una mujer pudiese involucrarse en homicidios de niños. Aún no me cabe en la cabeza. ¿Fue el amor, el miedo, la entrega absoluta a los deseos de un hombre? Sus elecciones no obstante, ayudaron a mi escritura. Le di una voz, literalmente y literariamente. Fue un libro que me brotó como un alien.

JMH: En tu libro no hay un afán de estetizar la violencia, más bien creo que hay un afán de conocer al personaje. Pero el personaje de Los Papeles de Myra Hindley, no es necesariamente el personaje histórico conocido como Myra Hindley. Sin embargo, ¿crees que haya gente que se pueda acercar a tu libro por el nombre, la historia de Myra? ¿Qué les dirías a estos posibles lectores?

LB: Les diría que en literatura nada es lo que parece. Tengo la convicción de que lo escrito en ese libro pudo haber sido pensado por ella, eso sí. Los seres humanos son menos sorpresivos de lo que parece y en escenarios de romance o encierro, suelen actuar de modo semejante. No hubo una intención amarillista en Myra Hindley, una mujer que, por lo demás, es casi desconocida en México. Llegado cierto punto, nos trenzamos. Mi interés, en efecto, fue puramente literario. No hay una condena, ni una aproximación devota. Fue, si acaso, producto de una seducción extendida en el tiempo, casi alucinógena. Una vez que entregué el libro a la imprenta, inició un proceso de desintoxicación en mí. Ya soy libre de ella.

JMH: La violencia es, por supuesto, un tema de nuestro tiempo. Hay una fascinación con los asesinos seriales. Por supuesto, Myra forma parte de esta cohorte de hombres y mujeres que han asombrado y han sido señalados como lo peor de la humanidad. Pero su papel es ambiguo, por decir lo menos. No fue asesina, fue un testigo, fue cómplice. Por lo menos hasta donde llegaron sus palabras. Es a partir de esta palabra que quería preguntarte: ¿la palabra es ambigua? ¿Los discursos pueden trastocarse? ¿Cuál sería el ángulo a través del cual Myra “contó” su historia?

LB: Myra Hindley habló con la prensa en repetidas ocasiones y sus declaraciones no siempre se ajustaban a lo que había dicho con anterioridad. Hizo todo para confundir a quienes la escuchaban. El encierro suele jugarnos malas pasadas. Habrá sido una estrategia de defensa, para subrayar su falta de criterio para distinguir entre el bien y el mal, no se sabe. Desde la parte escritural, un personaje inconsistente es materia lista para ser escrita. Su boca es un gran jarrón en el cual depositar palabras. Estos papeles son una apropiación de su pensamiento, al punto de que todas las referencias a libros, autores, lugares, etc., son de ella. Son parte de su vida y de su pareja: Ian Brady. Él, que sí logró publicar sus memorias, no la menciona siquiera. Terminaron distanciados, odiándose el uno al otro. Es una historia literaria por donde quiera que se le mire.

JMH: ¿La intención poética era ir desgranando los elementos anímicos-psicológicos del personaje, o fue un proceso que se dio de manera natural con el transcurso de la escritura?

LB: Cada pieza se logró a partir de esta pregunta: ¿qué diría Myra de esto o aquello? Que, al final, es lo que piensa cualquier persona en el encierro, la soledad o la angustia. Lo escribí igualmente con desparpajo. No hay evidencia de que ella quisiera ser poeta o que conocerá la métrica y, no obstante, el impulso del hombre que tiene tiempo durante el encierro es asomarse a uno mismo y tratar de traducir sus sentimientos.

JMH: ¿Por qué la poesía, como género literario, para abordar a un personaje como Myra?

LB: Me parece que la escritura fragmentaria es el modo prototípico de la escritura en prisión. Unas líneas por aquí, otras por allá. Dudo que pueda darse una construcción de largo aliento como el que requiere una novela o un poema más complejo, escrito por un profesional del oficio.

JMH: Papeles de Myra Hindley se interna en la vida psicológica interna de Myra. Su amor pero también sus dudas, su pasión, su fascinación, pero también su desilusión. ¿Cómo reconstruir a un personaje desde la literatura, pero aún más, desde la poesía?

LB: Me pareció fascinante la impostura del discurso poético para llegar a ella. Además, necesitaba de su ambigüedad amistosa para no dejar por escrito algo que un historiador subraye y diga: “esto no es posible que lo haya dicho ella”. En el libro cada línea podría haber sido dicha por Myra. Cada palabra está alineada a sus estados de ánimo, a su esperanza de libertad, a la angustia de saberse odiada por la sociedad inglesa.

JMH: Reconstruir a un personaje también es reconstruir sus sentimientos. Pero ¿cómo evitar la tentación de “reconstruir” los hechos históricos que la marcaron, que la definieron? ¿Cómo desentrañar un personaje del que muchos pueden tener opinión, pero que pocos conocieron en realidad?

LB: Hay un riesgo en el libro, es cierto. Al final, es una aproximación de quien no la conoció, ni pudo haberla conocido. Es una fabulación licenciada por la literatura en donde puede considerarse válida la intervención o puede leerse como mera literatura. Llegado cierto punto, consideré retirar Myra Hindley del título, pero esto falsificaba su origen. Cada palabra está inspirada por la vida que conocí a través de cientos de artículos de prensa, por lo que retirarle la razón motivadora hubiera sido ceder a un prurito que, por lo demás, no siento. Es mi versión de Myra, a la manera de una biopic.

Ver más en: La Jornada

Leave A Reply