Moscú celebra en una exposición la obra de la pareja más famosa del arte del siglo XX
‘Viva la vida’ se convierte en uno de los acontecimientos artísticos de la cartelera moscovita
A la pasión de sus vidas, el público ruso responde hoy con apasionada admiración por las obras de Frida Kahlo y Diego Rivera, una de las parejas más destacadas del arte del siglo XX, que protagonizan una magna exposición en Moscú. Óleos, murales, dibujos, fotografías, cartas de amor y un misterio aún sin resolver estarán al alcance de todo el que decida visitar el Centro de Exposiciones Manezh, junto al Jardín de Alejandro y las murallas del Kremlin, hasta el 12 de marzo de 2019.
La exposición, organizada por la fundación cultural e históricaSviaz vremión (El enlace de los tiempos) y el Museo Fabergé de San Petersburgo, y con la colaboración del Departamento de Cultura de Moscú, presenta la vida y obra de los artistas mexicanos como dos caminos paralelos que se encuentran en el arte, el amor y el desamor, la traición, los celos o la reconciliación, pasando de puntillas por la política.
Un regalo de Rivera a la URSS, ‘Victoria gloriosa”, se expone por primera vez
“Diego (Rivera) siempre fue un seguidor de la URSS y del pueblo soviético. Pero en la década de 1930 se acerca a Trotski y entonces se pierde la confianza. Esa confianza se recuperó a finales de los cincuenta, cuando se enviaron obras como regalo a la URSS de los principales artistas mexicanos. Pero nunca se mostraron en público”, explica Katarina Lopátkina, comisaria de esta muestra titulada Viva la vida. Frida Kahlo y Diego Rivera. “En los 90 creció el interés por el arte foráneo, pero luego volvería a caer en el olvido. Y en todo ese tiempo hubo una gran explosión sobre la figura de Frida (Kahlo), apartando la de Diego. Nuestro proyecto es único por el hecho de que podemos ver a dos fenomenales artistas, representantes del arte mexicano, en una exposición en diálogo uno con el otro. Sin ningún peso político, mostramos su obra como pintores”.
Para llenar el histórico picadero del Manezh, construido en 1817 por el ingeniero español Agustín de Betancourt, los organizadores han traído la mayoría de las piezas expuestas de colecciones privadas de América Latina y de Europa.
La mayor aportación la ha hecho el Museo Dolores Olmedo, de Ciudad de México, que posee la colección más importante de ambos artistas de todo el mundo. Adriana Jaramillo, directora de comunicación de esta institución, explicó durante la presentación de la exposición que “de las 148 obras que poseemos de Diego Rivera, estamos mostrando aquí 40”. En ellas se incluye “una serie de cuadros de niños rusos que pintó Diego Rivera tras su segunda visita a Rusia, en 1956”, añade Jaramillo.
“En el caso de Frida Kahlo, presentamos nuestra colección completa de 26 obras, que van desde sus más tempranos trabajos, como El autobús (1929), hasta su más icónicas y trágicas obras, como Henry Ford Hospital (1932), Unos cuantos piquetitos (1935) y La columna rota (1944)”, enumera la representante mexicana.
La muestra reúne las cartas que Frida envió a Diego entre 1940 y 1953
La entrada a la exposición se reserva a fotografías donde aparecen los dos protagonistas. En la pared de la izquierda, los retratos de Frida. En la de la derecha, los de Diego. Todos confluyen al final de esa primera sala con una enorme imagen de ambos besándose apasionadamente.
La intimidad de los dos artistas queda expuesta también en las cartas de amor de los pintores, cuyos originales escritos a mano proceden de la colección personal de Anne-Marie Springer. “Tuve una oportunidad excepcional de comprar en Nueva York una veintena de cartas que Frida envió a Diego desde principios de la década 1940 hasta 1953. Ellas permiten comprender en qué medida Frida estaba rodeada de tres elementos principales: Diego, la pintura y su sufrimiento”, explica esta coleccionista suiza.
Muchas de las obras de Frida Kahlo son una especie de manifiesto de los dolores físicos que padeció. Nacida en 1907 hija del fotógrafo alemán emigrado Guillermo Kahlo, de niña contrajo poliomielitis. En 1925 el autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía y, sufriendo múltiples fracturas, incluidas las de la columna vertebral partida por tres sitios. Como consecuencia, se somete a múltiples operaciones y tiene que pasar largo tiempo postrada.
Tras el accidente decide empezar a pintar, y esta dedicación le llevó a Diego Rivera, muralista ya famoso y a quien quería conocer. Se enamoran y se casan en 1929. Ella tenía 22 años; él, 43.
La suya fue una historia de amor y desamor, marcada por las infidelidades de Diego , que desembocaría en un divorcio y una nueva boda entra ambos. Una historia que nos ha quedado en forma de arte.
La gran ausente es ‘La mesa herida’ de Kahlo, perdida en 1955
En cuanto a Diego Rivera, la exposición muestra también un viaje por su evolución artística, desde su afición al postimpresionismo, pasando por su etapa cubista y llegando al realismo y a una última etapa donde recupera imágenes precolombinas.
Entre las obras expuestas está una de las más importantes que Rivera regaló a la URSS, Gloriosa Victoria (1954), un monumental cuadro de casi tres metros de altura y cinco de largo que pertenece a los fondos del Museo Pushkin de Bellas Artes de Moscú. “Una de las joyas de esta obra es que por detrás hay un trabajo sin terminar, que no tiene nombre. También está dedicada a las opiniones políticas de Rivera sobre el capitalismo, la opresión”, explica Lopátkina.
Tanto los organizadores como los visitantes echarán de menos un cuadro de Frida Kahlo. Se trata de La mesa herida, un óleo de 1940 que formó parte de un regalo que varios artistas mexicanos hicieron a la Unión Soviética en 1945. La obra se perdió en 1955, durante su transporte a una exposición en Varsovia. Desde entonces, permanece en paradero desconocido. Su misterio sobrevolará el Manezh durante la exposición. “Pero seguimos buscando”, aseguran.
Tras su exhibición en Moscú, Viva la vida se trasladará al Museo Fabergé de San Petersburgo, donde se abrirá al público entre abril y mayo del 2019.
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