Llegar a una tierra extranjera y, vivir para sí mismo, aunque también para otros. En un país lejos del habitual, compartiendo un exilio no sólo el de su patria, España, sino el exilio del que de alguna manera también se hizo dueño: “el exilio interior”. De esa experiencia amarga Adolfo Sánchez Vázquez (Algeciras, Cádiz, España 1915- México, Distrito Federal, 2011) ha dicho: “Éramos eso: desterrados y no simples transterrados, como nos calificó Gaos. Nunca estuve de acuerdo con esta expresión de mi maestro por las razones que el lector podrá encontrar en mi escrito Fin del exilio y exilio sin fin”, donde el autor de Filosofía de la praxis nos dice: “El exilio es un desgarrón que no acaba de desgarrarse, una herida que no cicatriza, una puerta que parece abrirse y que nunca se abre (…) Siempre en vilo, sin tocar tierra. El desterrado al perder su tierra se queda aterrado (en su sentido originario: sin tierra). El destierro no es un simple trasplanto de un hombre de una tierra a otra; es no sólo la pérdida de la tierra propia, sino con ello la pérdida de la tierra como raíz o centro (…)”.
La obra de Sánchez Vázquez ha tomado los caminos de la filosofía política, la ética, la estética y desde luego, la filosofía contemporánea. Estos textos muestran las reflexiones de un hombre comprometido con su tiempo, y como decía Esquilo: “A través del dolor llega el hombre a la sabiduría”, con ello quiero decir, que Sánchez Vázquez sufra, sino que las experiencias mismas de la vida, lo han llevado a la consolidación de una obra, que marca un periodo importante en América Latina, y más allá de sus fronteras: “Ciertamente, cabría delinear los años que usted alude, cambios de pensamiento en diversas fases evolutivas. Y no podría ser de otro modo si el pensamiento ha de estar atento a los latidos de lo real. Y el mío se ha movido –como usted advierte—en tres direcciones: la política, la estética y la filosofía. En esas tres direcciones me ha inspirado el pensamiento de Marx, y a lo largo del tiempo he ido evolucionando, con este motivo, desde una interpretación estrechada, cerrada, de Marx, que afortunadamente había dejado ya atrás cuando publiqué mis primeros escritos sobre Estética, hasta la concepción de un marxismo crítico, abierto y antidogmático”. Su pensamiento está influenciado por una interpretación humanista de la filosofía de Marx. Investigó fundamentalmente en los ámbitos de la estética y la ética. Según Sánchez Vázquez, la primera debe fundamentarse en el concepto de trabajo, que es considerado como fundamento de toda relación estética. Sánchez Vázquez defendió siempre un marxismo antidogmático y abierto, que conecta con su propio concepto de praxis y que le permite unir sus otros campos de interés, en especial, la ética y la estética. Entre otras distinciones, recibió doctorados honoris causa por las universidades de Puebla, Nuevo León y Guadalajara, en México, así como por la Universidad de Cádiz, la Complutense de Madrid (2000) y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Entre sus libros están: La filosofía de la praxis, Rousseau en México (la filosofía de Rousseau y la ideología de la independencia). Ética. Antología. Textos de estética y teoría del arte. Invitación a la estética, Filosofía y circunstancias, A tiempo y destiempo, Ética y política.
Estos cambios son los que se reflejan, primero, en la Estética –con mi libro Las ideas estéticas de Marx, poco después en mi visión filosófica, en general, y marxista, en particular con mi Filosofía de la praxis y finalmente, en el terreno de la política con la crítica, en diversos textos, del llamado “socialismo real” y la reivindicación de un verdadero socialismo, indisoluble de la democracia.
Como un homenaje la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de la Facultad de Filosofía y Letras, publicó los libros: Adolfo Sánchez Vázquez: los trabajos y los días y En torno a la obra de Adolfo Sánchez Vázquez, en los que se reúnen diversos ensayos, semblanzas y entrevistas, donde encontramos parte de su labor creadora. Es decir, su pensamiento como filósofo, y como filósofo marxista, el cual desarrolló en las condiciones más difíciles de su historia:
“En el balance teórico del marxismo está su contribución decisiva al conocimiento social de la que ningún científico serio y responsable puede prescindir y de la que hoy es su deudor más allá de los recintos académicos, incluso sin tener conciencia de ello, pues hoy son muchos los que –como el personaje de Moliére—hablan un lenguaje marxista sin saberlo. En el aspecto práctico, no puede negarse lo que el marxismo sin saberlo. En el aspecto práctico no puede negarse lo que el marxismo –desde el siglo pasado—significa en la toma de conciencia y en la acción correspondiente dentro del proceso histórico de emancipación de las clases y los pueblos más explotados y oprimidos. Sin el marxismo, ni la vida social ni su conocimiento serían lo que son hoy. Pero en el balance teórico y práctico del marxismo, hay que registrar también lo que se ha hecho en su nombre y contra él, con la ideología y la práctica del “socialismo real”. Este uso ideologizado del marxismo no deja de afectarle negativamente, reduciendo considerablemente sus perspectivas por lo que toca a su acogida e influencia”.
Recientemente el Fondo de Cultura Económica publicó el libro: Cuestiones estéticas y artísticas contemporáneas, volumen que recopila ensayos, conferencias y prólogos, que abordan distintos aspectos sobre el arte y su entorno estético. Para Sánchez Vázquez el trabajo estético es averiguar e investigar, las corrientes artísticas desde un análisis filosófico: “Los trabajos incluidos en este libro fueron escritos en distintos tiempos; el más antiguo, “La estética semántica de Gabino della Volpe”, data de 1966, y el más reciente, “Modernidad, vanguardia y posmodernismo”, fue redactado en 1993. No obstante su diversidad en cuanto a origen y temática, todos giran –como anticipa el volumen—en torno a cuestiones estéticas y artísticas contemporáneas. De acuerdo con esto, el libro se ha dividido en dos secciones, aunque los textos que entran en una u otra no se pueden separar tajantemente. Así pues, pese a esa diversidad, a lo largo del libro hay una constante temática, a la vez que es posible seguir las líneas maestras de un enfoque persistente al abordar los distintos temas y problemas. Sin embargo, durante el tiempo transcurrido desde la elaboración de cada uno de los trabajos expuestos aquí, mi pensamiento no podía dejar de estar en movimiento, de modo que si escribiera ahora cada uno de los textos seleccionados, hubiera introducido en ellos correctivos de mayor o menor importancia, según los casos”.
En su libro Las ideas estéticas de Marx nos presenta un Marx diferente del que presentaba el “realismo socialista”, ya que mostraba el arte como una de las principales actividades creadoras del hombre. Creo que de ahí parte su interés por la estética e incluso su reciente libro Cuestiones… es de alguna manera al igual que Invitación a la estética la culminación de sus investigaciones, ¿cuál cree que es su aportación más importante a la concepción marxista e la estética?
–Creo que no me toca a mí juzgar la importancia de mis aportaciones en este terreno. Lo que sí puedo decir es que –de darse—estaría en dos direcciones: una, la crítica, desde hace ya más de 30 años, de una ideología estética– el “realismo socialista” que pretendía ser –excluyendo cualquier otra interpretación—la estética marxista, y otra; el intento posterior, con mi Invitación a la estética de construir no una Estética marxista, sino la inspiración marxista, capaz de dar cuenta de una cambiante –por histórica—experiencia estética y práctica artística, eludiendo eurocéntricos, así como los sociólogistas e ideologizantes de pretendidas estéticas marxistas.
-En cuanto al proyecto de las investigaciones sobre este tema, ¿cómo abordará su problemática más adelante en sus manifestaciones concretas; por ejemplo, la vida cotidiana, la industria, el arte, etc.?
–Mi libro, Invitación a la estética, constituye la primera parte de ese proyecto. En él se aborda la realidad, experiencia o comportamiento estético en su generalidad, cualquiera que sean sus manifestaciones concretas. En una segunda y tercera parte se estudiará lo estético en esas manifestaciones, como son el arte, lo estético natural, la artesanía, lo estético técnico, lo estético industrial, lo estético en la vida cotidiana. Se dará una atención especial a lo que hoy llamamos arte, dado su lugar privilegiado, pero no exclusivo, en nuestra cultura estética. Pero, a diferencia de las estéticas que concentran su atención en esta importante región del universo estético, habrá que ocuparse de lo estético no propiamente artístico, ya sea lo estético natural, o artificial, en la industria, la técnica o la vida técnica, en los que la función estética se conjuga –sin ser exclusiva ni predominante—con otras funciones práctico-utilitarias o económicas que justifican su existencia y que imprimen a lo estético su peculiaridad en estas manifestaciones concretas, a diferencia de la artística.
¿Cuál es la principal idea estética de Galvano della Volpe que usted desarrolla en este reciente libro?
–Se vuelve contra la estética romántica y apunta principalmente a lo que considera misticismo estético. No se trata, por supuesto, del romanticismo como movimiento artístico o del misticismo hecho poesía, sino –en el plano de la teoría— del intuicismo que propugna –incluso en nuestros días— el carácter irracional del arte, la negación del papel y la función del intelecto, el desprecio por la técnica y el lado formal de la creación artística, o la creencia de que el arte permite ascender a lo universal o lo absoluto por una vía misteriosa, al margen de todo procedimiento racional-intelectual.
Podríamos decir que la estética ¿es paralela a la modernidad?
–El nacimiento y consolidación de la estética, como disciplina filosófica y autónoma, es inseparable del proceso de formación y afianzamiento de la modernidad. Aunque las reflexiones sobre lo bello y el arte se remontan a la antigüedad griega y salen al paso, una y otra vez, a lo largo de la historia de la filosofía, la estética se funda cuando el arte como actividad práctica humana y la belleza como valor se distinguen de otras actividades y de otros valores. Y se funda, asimismo, cuando el saber acerca de su objeto se automatiza respecto a otros saberes. La autonomía en ambos sentidos, que Baumgarten atisba y perfila Kant, significa que el objeto de la estética –el arte bello—se libera de sus funciones tradicionales y se confía en la razón como la vía adecuada para conocerlo. Pero semejante liberación y confianza sólo se dan en las condiciones históricas, sociales y culturales de la modernidad.
Autor: Miguel Ángel Muñoz –
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Nota:
*Esta entrevista pertenece al libro Elogio de la memoria. Ensayos y conversaciones, de Miguel Ángel Muñoz de próxima aparición. “Sobre la irracionalidad del arte” Entrevista con Adolfo Sánchez Vázquez.