Días para leer a Colombia entre letras

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La cumbia cienaguera, que sonaba por los alto parlantes, acompañó a una mañana en la que la curiosidad por las letras era mucha y la inminencia de la lluvia no parecía ser tanta.

El enorme arco plateado de Corferias, centro de eventos de la capital, le abrió las puertas al tercer día de la Feria Internacional del Libro en Bogotá, en su edición 32. Una fecha especial, pues después de años de enfocar su mirada en la literatura extranjera, quiere destacar aún con más fuerza las letras nacionales.

En 12 pabellones, la Filbo se presenta como un mapa inmenso en el que todo tipo de lectores se entregan a la búsqueda de ese ejemplar que podría asemejarse tanto a un tesoro perdido.

Filas de niños dispersos transitan por ese mundo inmenso en donde los libros se presentan en toda clase de espacios. Unos llenos de colores y de diferentes tamaños que ahora pueden ver más de cerca. Escuchan historias y participan en actividades que les permiten entrar en los relatos.

Los más grandes tampoco saben a dónde mirar, ¿qué nuevo título dejarán entrar a su biblioteca? A qué charla ir, a qué escritor ver, y se entusiasman con esa misma posibilidad que tienen los pequeños: entrar a una nueva historia en la que ellos son los testigos.

1.700 actividades se estarán desarrollando hasta el 6 de mayo: charlas con autores, conversaciones en torno a clásicos de la literatura, novedades editoriales y espacios para reflexionar sobre la identidad colombiana.

Reinterpretar el grito

El pabellón número cuatro, en el que este año habita el homenaje a Colombia, no tiene una decoración tan elaborada como la inmensa pared naranja que presentó a Holanda en 2016, o la cancha que tenía el año pasado Argentina. Este año es más modesta.

Al entrar, al visitante lo recibe una serie de palabras luminosas que cuelgan del techo como una avalancha visual y política: revolución, opinión pública, soberanía, orden, república, utopía.

Se trata de un juego de términos que abre un amplio homenaje simbólico que plantea deconstruir la idea generalizada que se tiene sobre el proceso de Independencia y la recordada Batalla del Puente de Boyacá después de 200 años.

Hablan las mayorías

El homenaje busca reevaluar el papel que cumplió el pueblo en la construcción de la Independencia. No desde las armas, pues no busca glorificar la guerra, sino desde los aportes concretos de individuos a los que quizá no se les considera padres de la Patria: los indígenas, los esclavos, los pardos (descendientes de africanos) y las mujeres y hombres que querían sentirse representados.

“La idea es partir desde la palabra utopía”, cuenta Marcia Márquez, trabajadora social y una de las mediadoras que va explicando el sentido detrás de cada uno de los detalles que se plasman en el espacio. “Todas las ideas de país que fueron sueños de la gente del común”, cuenta.

Por el pabellón cruza un túnel en el que la guerra se ve representada como un camino tortuoso al que se acudió para llegar a esa Independencia. Se escuchan sus condiciones reales, sus consecuencias.

Luego la propuesta se abre en espacios que de manera detallada recuerdan nombres, episodios y símbolos que plasman que elementos como la igualdad y la libertad que venían de Europa y parecían consignas de la Independencia, no se vivían.

Luchas por equidad como la forma en que los esclavos tenían que buscarse una salida y los pardos buscaban zafarse de las limitaciones que tenían frente a los criollos.

Hay que aclarar que es probable que este espacio quizá no será el más atractivo para los niños, la simbología no se entiende a simple vista y el recorrido requiere ser acompañado de un mediador que explique los espacios.

No hay una presencia evidente de la literatura nacional en medio del recorrido, pero antes de salir se le brinda al visitante la posibilidad de conocer diversos títulos para reconocerse en esas letras.

El homenaje es una labor pensada con mucho cuidado y representada como tal. Quizá es difícil de comprender del todo en una sola visita, pero concluye con una: ¿la Colombia actual responde a esos sueños que tuvo ese pueblo hace 200 años?

Autor: Valeri Mucria Valdés

Ver más en: https://www.elcolombiano.com/cultura/feria-del-libro-de-bogota-pabellon-colombia-EH10602969

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