Pocos compositores son tan populares como el italiano Ennio Morricone, capaz de hacer, con tan solo dos notas, que sus músicas sean instantáneamente reconocidas y autor de algunas de las piezas más bellas de la historia del cine, a sus 90 años sigue desbordando energía pero ha decidido colgar la batuta.
Su último concierto será en la espectacular Lucca (Italia) el 29 de junio, pero antes se podrá disfrutar de su arte en 14 citas en España, Portugal e Italia. La primera, mañana en Baracaldo (Bilbao).
De sus más de 400 bandas sonoras, solo seis han sido nominadas al Oscar. Y únicamente ‘Los odiosos ocho’ (2016) lo consiguió -además de uno honorario en 2007-. Pero la mayoría lo merecieron, como estas que destacamos:
– ‘Por un puñado de dólares’ (1964). Silbidos, látigos o gritos se mezclan con los sonidos de las guitarras, las trompetas y hasta el arpa de boca para una innovadora composición que marcó el estilo musical de los «spaguetti western» y dio a conocer al mundo el genio de Morricone.
– ‘El bueno, el feo y el malo’ (1966). Con apenas un par de notas de flauta y de arpa Morricone introduce al espectador en el ambiente de este mítico wéstern y hace que su banda sonora sea una de las más populares y reconocibles de la historia del cine.
– ‘El clan de los sicilianos’ (1969). Morricone demostró con esta película que era capaz de adaptar su música a cualquier género y realizó una de las composiciones más bellas para una película de robos, ligera e intensa a la vez, sin olvidar sus característicos silbidos.
– ‘Novecento’ (1976). Bernardo Bertolucci se rindió al genio de su compatriota, del que dijo que había compuesto «uno de los himnos más bellos de la historia del cine» para esta historia del proletariado italiano en la que la música de Morricone y la fotografía de Vitorio Sttoraro la convirtieron en una obra de arte.
– ‘Días del cielo’ (1978). La película maldita de Terrence Malick ha visto reconocido su valor cinematográfico con el paso del tiempo pero la música de Morricone fue considerada desde el principio como una de sus mejores partituras y fue su primer trabajo nominado al Óscar.
– ‘Érase una vez en América’ (1984). Magistral ejercicio del compositor, que creo estilos diferentes para marcar las diferentes épocas en las que se desarrolla la historia. Y no dudó en utilizar piezas ajenas, como la conocida «Amapola», para redondear una banda sonora que alcanzó cotas de belleza que se creyeron insuperables en aquel momento.
– ‘La misión’ (1986). La consagración de Morricone con una complejísima banda sonora que supo captar todos los matices de esta historia de religión, de sacrificio y de abuso de poder. Épica en muchos momentos y delicadísima en piezas como «El oboe de Gabriel», una nueva demostración de la adaptación del maestro a las necesidades de cada historia.
– ‘Los intocables de Elliot Ness’ (1987). El dramatismo de la lucha contra la mafia por parte de agentes federales en el Chicago de la Ley Seca queda reflejado en una música más clásica de lo habitual en las composiciones de Morricones y que sirve de perfecto acompañamiento a la heroicidad de Ness y sus colegas.
– ‘Cinema Paradiso’ (1988). Difícil de olvidar la imagen del joven Salvatore bajo la lluvia esperando a que Elena abra la ventana. O la del niño aprendiendo el arte de la cinematografía de manos de Alfredo. Sin la música de Morricone esas escenas no formarían parte del imaginario colectivo.
– ‘Malena’ (2000). ¿Cómo captar musicalmente el amor platónico? Solo hay que escuchar la banda sonora de este filme de Giuseppe Tornatore para entenderlo. Tristeza, melancolía y esperanza a partes iguales se deslizan entre sus notas en una composición más sencilla y menos orquestal.
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