Biografía Kafkiana

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Libros del Zorro Rojo acaba de publicar Franz Kafka: el hombre que transcendió su tiempo, un libro con textos de Radek Malý e ilustraciones de Renáta Fučíková. Se trata de una primera aproximación, ideal para jóvenes que están adquiriendo el hábito lector, al praguense universal

Aproximarse a Kafka, no es una tarea fácil, ya que «aterrizar» de buenas a primeras en textos tan densos como La metamorfosis o El proceso, no está recomendado para la generalidad de los lectores, y mucho menos sin son jóvenes que se inician en el hábito lector.

Ahora, el sello editorial Libros del Zorro Rojo publica Franz Kafka: el hombre que transcendió su tiempo, una aproximación a lo que fue la vida y la obra del escritor que nos deleita con, entre otros, La metamorfosis.

Un entregado escritor

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De pasión se puede calificar la querencia que tuvo a la literatura este empleado, durante algún tiempo, de la empresa de seguros Assicurazioni Generali, ya que la escritura de su primer texto no dejó de ser una proeza.

Tras tomar conciencia que quería ser escritor, escribió su primer opúsculo, La Condena (1912) en una noche y del «tirón»: inició la escritura a las diez de la noche y a las seis de la mañana del día siguiente ya tenía terminado el texto.

Los tres datos que nunca faltan en cualquier biografía del genio austrohúngaro son que era judío, que escribió un relato sobre un insecto, el ya célebre La metamorfosis, y que la relación con su padre fue tormentosa.

Un «abrir de boca»

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Es como se puede calificar Franz Kafka: el hombre que transcendió su tiempo, que sirve para una primera aproximación al genio praguense.

El libro, que aúna texto e ilustraciones para una más amena primera aproximación a la vida y obra de este abogado devenido en literato, está escrito por el poeta y traductor Radek Malý.

Las ilustraciones, que permite una mejor comprensión de la figura de Kafka e incardinar en ella su obra, son de la artista Renáta Fučíková.

En esta obra coral vamos a ser partícipes de muchos de los hechos cardinales de la vida del genio praguense: desde las raíces lingüísticas de Kafka, sus relaciones afectivas y la influencia, fuerte influencia que tuvo en su obra la ciudad que baña el río Danubio.

Acertada es también la utilización de extractos de su obra para establecer la «atmósfera literaria» en la que vivió y creó Kafka.

Praga: una relación de amor y de odio

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La relación con la que actualmente es la capital de la República Checa estuvo trufada con amor y odio ante la ciudad donde Franz Kafka vivió la mayor parte de su corta vida.

Nacido en la ciudad en 1883, siempre admiró las grandiosas catedrales que se podían encontrar en la ciudad, pero no por ello dejó de criticar una ciudad eminentemente «gris», una ciudad de burócratas para burócratas.

En buena parte de su correspondencia, como la que mantenía con su compañero de clase, el historiador Oskar Pollak, no duda en expresar su deseo de quemar la ciudad, como única forma de huir de ella.

A pesar de que nunca situó allí ninguna de sus obras, la que fuera capital de Estado de Bohemia, está presente en la atmósfera opresiva de la mayor parte de su producción literaria.

Transeúntes cruzando rápidamente puentes grises anegados por la bruma, que desembocan en calles donde hay figuras de santos en hornacinas iluminadas débilmente, o nubarrones grises hechos jirones por pináculos de catedrales.

Todo es Praga, y aunque en ningún momento nombra a la ciudad en ninguna de sus obras literarias, todo «huele» a la ciudad donde viviese Carlos IV de Luxemburgo.

En la religión de Judá

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El pertenecer a la comunidad judía es vital para entender la vida y la obra literaria de Franz Kafka, y también del entorno donde vivió.

A finales del siglo XIX, época en la cual nació Kafka, la comunidad judía estaba plenamente integrada en la sociedad praguense, habiendo adquirido los mismos derechos que el resto de la población.

En aquella época Praga se había convertido en un crisol de razas, lenguas y culturas, convirtiéndose en una urbe cosmopolita en la cual fue cobrando fuerza un nacionalismo que anunciaba los movimientos de secesión del imperio austrohúngaro.

Kafka profesó el judaísmo de la escuela jasídica, que daba, y da porque todavía existe, una extraordinaria importancia a lo místico y lo sobrenatural, lo que acabará permeando su obra literaria.

A pesar de su judaísmo, el padre de Kafka hizo todo lo posible en desligarse de la comunidad judía de Praga, lo que finalmente consiguió al lograr que él y sus vástagos fuesen reconocidos oficialmente como ciudadanos checos.

Edipo rey

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Las relaciones de Franz Kafka con su padre nunca fueron buenas; sobre todo debido a que el «pater familias» quería que fuese él, de toda su prole de seis hijos, el que continuase el negocio familiar.

Él, que había decidido dejar de lado las obligaciones con las que le pretendía cargar su padre, llego a ser calificado, y hasta autocalificarse, como un «bicho raro», lo que en cierto modo sirvió como aliciente para escribir La metamorfosis.

Sin embargo, las malas relaciones entre su padre y él fueron muy similares a coetáneos que intentaron seguir una carrera artística o intelectual, o ambas al mismo tiempo, como fue el caso del hijo de Hermann Kafka.

A pesar de que fueron infructuosos, los intentos del padre de Kafka para que se casase y fundase una familia y se hiciese cargo de la empresa familiar fueron constantes y arrecieron a medida que Franz entraba en la edad adulta.

Por todo ello, el autor de Contemplación no dudó en calificar a su padre como un tirano, en el sentido que aspiraba a organizar la vida de todos los que tenía a su alrededor.

Ars Amandi

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A pesar de que Kafka no fue el solitario atormentado que algunos críticos han calificado, es cierto que era una persona sumamente tímida que no tenía facilidad para conocer gente, sobre todo del género femenino.

A pesar de que mantuvo varias relaciones sentimentales, el verdadero amor no llegó hasta que conoció, poco antes de morir, a Dora Diamant.

La primera relación amorosa «seria» fue con Felice Bauer, hija de un comerciante berlinés para quien el casarse se convirtió en una obsesión no compartida por Kafka.

Con Julie Wohryzek la relación fue imposible desde el principio, ya que Hermman Kafka quería alejarse lo más posible de la comunidad judía, algo imposible si su hijo se casaba con una mujer de esa religión.

Kafka también mantuvo una relación epistolar – solo se vieron dos veces en su vida – con la periodista Milena Jesenká. Debido a poco contacto, la relación, con el tiempo, se deslavazó.

Pero su verdadero amor llegó poco tiempo antes de morir, y su nombre era Dora Diamant, la hija de un comerciante judío berlinés.

Ambos se mudaron a Berlín, donde fueron muy felices, a pesar de tener que llevar una vida de gran austeridad, teniendo la ilusión de emigrar a Palestina para regentar un restaurante donde ella sería la cocinera y Kafka el camarero.

Tuberculosis y muerte

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A partir de 1917, Kafka sufrió de tuberculosis, una enfermedad relativamente habitual y para la que en aquellos años no había cura.

En esos siete años hasta su fallecimiento, el escritor praguense tuvo que variar diametralmente su vida, dedicado en exclusiva a cuidar de su salud y a vivir, casi permanentemente de balnearios y hospitales.

Autor: Gonzalo Sánchez del Pozo

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