Cuadros viajeros: el periplo de las obras del Museo del Prado

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Durante la Guerra Civil, las obras del Museo del Prado viajaron a Ginebra embaladas en 1.868 cajas.

Muchos ciudadanos arriesgaron sus vidas para salvar el patrimonio artístico del Museo del Prado durante la Guerra Civil Española (1936-1939).

Durante el verano de 1936, el gobierno español temía que el museo del Prado fuese atacado por los aviones del Ejército, ya fuese por parte de los aliados italianos, alemanes o los del Ejército del General Francisco Franco. La amenaza de saqueo también estaba en el aire. Este temor fue acrecentado en noviembre de 1936 por el bombardeo de la Legión Cóndor que solo fue un aviso. Estaba claro que las obras corrían peligro, por lo que el gobierno republicano formalizó una Junta de Defensa del Tesoro Artístico -dirigida por el pintor extremeño Timoteo Pérez Rubio-, con el objetivo de preservar el arte y evitar que fuera destruido durante la Guerra Civil.

La mudanza del patrimonio artístico nacional se volvió obligatoria. Así las cosas, el gobierno de la República aceptó la difícil decisión de evacuar el museo y trasladar sus obras de arte más importantes, primero a Valencia y luego a la Sociedad de Naciones de Ginebra (que existió antes que la ONU), donde hibernarían durante el resto de la contienda gracias a la firma del Tratado de Figueras, que acordaría que las obras estarían seguras en Suiza, pues existía la sospecha de que los rebeldes emplearían tan valioso tesoro para pagar deudas de guerra a Italia y Alemania. Y es que en todas las guerras se produce tanto destrucción de monumentos culturales como saqueo de obras de arte. Era algo que había que evitar.

La Junta rescató, custodió, clasificó, documentó y salvaguardó una enorme cantidad de piezas artísticas del patrimonio español.

Amurallaron fuentes y estatuas llenas de arena, fortificaron el museo y transportaron en camiones algunas de las mejores pinturas del mundo a través de una zona de guerra. En este periplo hacia Ginebra viajaron obras de Goya, Velázquez, El Greco, Murillo, Tiziano, Durero y Bosch, entre otros. Todas las obras fueron embaladas en un total de 1.868 cajas especialmente fabricadas para contener todas ellas y que llegaran sanas y salvas a Ginebra.

La labor que realizaron no tiene precio. Fueron trasladadas miles de obras de arte, privadas y públicas, religiosas y seculares, para ser protegidas de los bombardeos aéreos de los fascistas y la ira de las masas militantes.

Fue la primera y única vez que las «Meninas» de Diego de Velázquez salieron del museo. Los camiones de techo abierto portaban pinturas de valor incalculable como la » Maja Vestida » y la » Maja Desnuda » de Goya, protegidos solo por una lona, realizando un arduo viaje a la costa levantina, a una fortaleza gótica y una iglesia del siglo XVII pero como en 1938 Valencia también se vio amenazada, tras otra parada en el norte de Cataluña (concretamente en un pueblo llamado La Vajol), posteriormente acabarían en la Sociedad de Naciones de Ginebra (Suiza). Este último emplazamiento surgió del llamado Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros Artísticos Españoles -con representantes de España, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos- donde se negoció con el gobierno el traslado de las obras a Suiza. Desde Perpignan, las obras fueron llevadas hasta Ginebra en tren escoltadas por el XX Regimiento de Dragones del ejército francés, entre otras fuerzas de seguridad.

Las 1.868 cajas con un peso de 140 toneladas, fueron depositadas en el Palacio de las Naciones bajo vigilancia de funcionarios de la Sociedad de las Naciones.

Las obras de arte volvieron al Museo del Prado a principios de septiembre de 1939, en un viaje también en tren y rodeado de toda la discreción posible, ya que la Segunda Guerra Mundial acababa de estallar. Finalmente, el 13 de septiembre, las obras llegaron a la Estación del Norte de Madrid y de ahí directas al museo del Prado. Se otorgó la Medalla de las Artes y las Letras a los museos y a los descendientes de los que intervinieron en el salvamento del patrimonio artístico español y sin los que es posible que no pudiéramos disfrutar como hacemos a día de hoy de toda la belleza de las obras del Prado.

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