La autora salmantina fue la primera mujer en conseguir el Premio Nacional de Literatura, en 1978, y en 1994 repitió este galardón por toda su obra
La mitad de todo , la sección de Verano libre dedicada a recordar a algunas mujeres importantes del siglo XX español, termina este viernes con el homenaje a Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925 – Madrid, 2000) una de las escritoras más relevantes de la literatura en español. Se trata de una amante de las letras que cultivó con gran éxito casi todos los géneros literarios: ensayo, novela, cuento, teatro y poesía.
Carmen Martín Gaite se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca y allí conoció al escritor José Ignacio Aldecoa Isasi , quien sería muy influyente en su vida. En aquella etapa colaboró en la revista universitaria Trabajos y Días , donde publicó sus primeros escritos, poemas y relatos, que firmaba bajo el nombre de Carmiña, como la llamaban en su casa.
Hacia 1950 se trasladó a Madrid para realizar su tesis doctoral, Usos amorosos del XVIII en España , que terminó más de veinte años después porque se dio cuenta de que quería ser escritora e invirtió la mayor parte de su tiempo en ello. Su marcha a la capital no fue casual, sino que después de haber conseguido dos becas en el extranjero , en Coimbra (Portugal) y en Cannes (Francia), se dio cuenta de que necesitaba vivir otras experiencias que en su ciudad natal no eran posibles. «Me relacioné con estudiantes de otros países, exentos de prejuicios, me acosté a las tantas y decidí que no quería seguir viviendo en Salamanca. Nunca se me había planteado de forma tan clara la idea de abandonar mi familia y mi ciudad», dijo Carmen Martín Gaite.
Cuando llegó a Madrid para terminar su tesis se reencontró con Aldecoa en la facultad y sus prioridades cambiaron, según la web que recoge su vida y obra. Este le presentó a varios compañeros, como Rafael Sánchez Ferlosio –con quien se casó en 1953 y separó en 1970–, Jesús Fernández Santos, Medardo Fraile, Alfonso Sastre, Josefina Rodríguez Álvarez, entre otros, los cuales, según la propia Gaite, «eran malos estudiantes pero buenos escritores» . Estaba en lo cierto. Gracias a su nuevo entorno se empezó a interesar más y más por la literatura y acabó dedicando su vida a la escritura. En este sentido, lo primero que hizo en Madrid fue colaborar en la Revista Española , en donde publicó su primer cuento, Un día en libertad.
En cuanto a su obra novelística, Carmen Martín Gaite se estrenó en 1954 con El balneario , con la que obtuvo el Premio Café Gijón, pero su consolidación en este género fue con Entre visillos, ya que consiguió el Premio Nadal de 1957. Esta novela la escribió a escondidas de su marido. No quería que Rafael Sánchez Ferlosio, que había ganado el citado premio en 1955 con El Jarama, interfiriera en sus decisiones y, además, también la presentó al galardón literario sin que este lo supiese.»Desde aquel día consideré que tenía derecho a poner escritora como profesión en mi carné de identidad. El Nadal, que no tenía entonces contrincante alguno de su categoría, reafirmó mi decisión de seguir escribiendo siempre», llegó a asegurar la salmantina.
Carmen Martín Gaite escribía a mano y cuando su papel de madre le dejaba tiempo libre. Tenía varios cuadernos en los que anotaba su parecer sobre sus libros y también sobre su vida, nunca desechó nada, y en uno de ellos dejó anotado lo siguiente: «Cuando Marta se duerme a las ocho estoy tan agotada que no puedo leer ni escribir». Gaite estaba muy unida a su hija, tanto que tras su separación con Sánchez Ferlosio se fue a vivir con ella. También se acordó de ella en muchos de sus escritos y, tras su muerte en 1985, le volvió a dedicar otro libro, Nubosidad variable (1992): «Para el alma que ella dejó de guardia permanente, como una lucecita encendida, en mi casa, en mi cuerpo y en el nombre por el que me llamaba».
Generación de la posguerra
La literatura de la escritora salmantina se caracteriza por reflexionar sobre las relaciones interpersonales y por unir el presente con el pasado, entre lo ficticio y lo real, de tal manera que rompió con el realismo imperante en la literatura de la posguerra. Otra de sus grandes novelas fue Ritmo lento , con la que quedó finalista del premio Biblioteca Breve de Narrativa 1962, y supuso una de las primeras reacciones contra ese realismo, ya que trató de centrar la historia en el análisis psicológico del protagonista.
También dedicó tiempo a otros géneros. Tradujo autores como Primo Levi, Emily Brontë o Italo Svevo . Fue crítica literaria en el periódico Diario 16. Realizó trabajos de investigación como Macanaz, historia de un empapelamiento (1970) o El Conde de Guadalhorce , su época y su labor (1977). Y escribió dos obras teatrales originales, La hermana pequeña (1998) y el monólogo A palo seco (1987), además de adaptar obras clásicas como El burlador de Sevilla (1988) o El marinero (1990). En 1978, Carmen Martín Gaite consiguió el Premio Nacional de Literatura por su la novela El cuarto de atrás. Fue la primera mujer en hacerse con este reconocimiento, que repitió en 1994 por toda su obra. Otra de las condecoraciones con las que cuenta la escritora salmantina son el Príncipe de Asturias de las letras , el cual recogió en 1988, y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes.
A pesar de su extensa y aclamada obra, los textos más reconocidos por el público son Lo raro es vivir (1997) e Irse de casa (1998). Además, la salmantina era una de las escritoras que más libros firmaba en la Feria del Libro de Madrid, un reclamo seguro y que siempre atendía con gusto a quienes acudían a su caseta. En 1979 visitó Estados Unidos por primera vez, invitada por el profesor Manuel Durán al Congreso de Literatura Española, celebrado en Yale University y, un año más tarde, fue llamada por la Barnard College de Nueva York para que impartiese clases de literatura. No sería la última vez que regresase a este país, pues volvió en varias ocasiones para dar conferencias sobre literatura y sobre la mujer en ese oficio.
Carmen Martín Gaite escribió hasta su muerte. El 23 de julio del año 2000 falleció a causa de un cáncer, que le fue detectado un mes antes, y dejó inconclusa su novela Los Parentescos , que se publicó en el 2001.
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