Su banda fue una de las más exitosas en el pop de los años 80 y 90 y la más famosa de Suecia después de Abba. A Fredriksson le fue diagnosticado un tumor cerebral en 2002. Ha muerto a los 61 años
«Mi voz nunca me ha fallado». Ni siquiera cuando los médicos le ordenaron que cancelara su última gira, en 2016. La voz de Roxette, Marie Fredriksson, se ha apagado después de 17 años luchando contra un tumor cerebral. Un tumor que le hizo olvidar las letras de sus canciones, aquellos himnos de los 80 y 90 que todos, aunque no fueran fans de Roxette, recuerdan: Listen to your heart, Sleeping in my car, It must have been love... Ella tuvo que volver a aprenderlas. Y prácticamente tuvo que aprender a hablar y a caminar otra vez. Pero la voz no le falló en los escenarios, ni aún cuando tenía que cantar sentada porque no podía mover la pierna ni sostenerse en pie.
Aunque necesitaba ayuda para subir al escenario la imagen que proyectaba, ahí arriba, micro en mano y mirada alta, no era de vulnerabilidad, sino de fuerza y elegancia, la de una estrella que lo ha superado todo (empezó a hacerlo cuando era tan sólo una niña de ocho años: su hermana mayor murió en un accidente de tráfico). Marie Fredriksson falleció a los 61 años, en la mañana del 9 de diciembre, ha informado la gerente de prensa de la banda, Marie Dimberg, en un comunicado.
«No hace tanto que pasábamos los días y las noches en mi pequeño apartamento compartiendo sueños imposibles», recordaba hoy la otra mitad de Roxette, Per Gessle. El compositor y guitarrista se despedía de Marie Fredriksson en sus redes sociales: «Gracias por pintar mis canciones en blanco y negro con los colores más bellos. Fuiste la amiga más maravillosa durante más de 40 años. Ha sido un honor encontrar tu talento y generosidad. Las cosas nunca volverán a ser igual». Per y Marie se conocieron a finales de los 70, cuando él formaba parte de la banda de rock Gyllene Tider (que acabó disolviéndose por disputas internas). Y en 1986 formalizaron su dúo:Roxette, un nombre que sacaron de la canción setentera de la banda británica Dr. Feelgood.
Y en pocos años esos «sueños imposibles» que Marie y Per compartían en un pequeño apartamento se hicieron realidad: después de ABBA, Roxette ha sido el grupo sueco con mayor éxito internacional, con más de 80 millones de ejemplares vendidos entre álbumes y singles.
Primero triunfaron en Suecia, después en Reino Unido y de ahí al mundo con una colección de éxitos basados en melodías de pop muy directas pero presentadas con estética de rock ochentero: una especie de antítesis del rock alternativo que se expandiría durante los años 90. Sleeping in my car, She’s got nothing on (but the radio) o The look fueron clásicos mundiales casi instantáneos. E It must have been love fue el tema que se recordará durante décadas. Gessle componía; Marie, interpretaba. La fórmula clásica.
Pero la vida de Marie Fredriksson no fue fácil. Nació en una familia con pocos recursos en un pequeño pueblo de Suecia, Össjö. Y en su dura autobiografía, Listen to my heart -escrita por la periodista Helena von Zweigbergk y publicada el pasado junio- repasa desde su infancia hasta la lucha contra el cáncer y las secuelas de la enfermedad. «Fue el 11 de septiembre de 2002 cuando comenzó el infierno», cuenta Friediksson. Aquel día se desmayó en su casa y despertó en un hospital. La batalla contra el tumor cerebral fue durísima: las sesiones agotadoras de radioterapia, la agresividad de los medicamentos y la peligrosa operación transformaron el físico de Marie Fredriksson hasta el punto de que la gente ya no la reconocía por la calle.
Pero ella sólo pensaba en su familia -su marido Mikael Bolyos y sus dos hijos- y en volver a los escenarios. Cuando se recuperó lo suficiente se lanzó con un álbum en solitarioThe Change y una gira en Suecia. En 2011 volvió con Roxette: el álbum Charm School y una gira de más de un año por los cinco continentes. Cinco años después, con una gira más modesta para celebrar los 30 años de Roxette, fue incapaz de aguantar el ritmo. Su último concierto en Ciudad del Cabo, el 8 de febrero de 2016, dejó momentos para el recuerdo: Marie con un elegante traje blanco y corbata, sentada en una silla y apoyada su mano izquierda en un bastón, empieza It must have been love y deja que sea el público quien la cante. Y aunque canceló la gira, aquel verano Roxette aún sacaría otro disco nuevo: Good Karma. Marie ya no participó en la promoción. Un solitario Per Gessle confesaba a ELMUNDO: «Nunca reemplazaré la voz de Marie con otra chica, porque Roxette es otra cosa diferente, es Marie y yo». La voz de Roxette nunca falló.
Autor: Vanessa Graell
Leer más en: https://www.elmundo.es/cultura/musica/2019/12/10/5def8d76fc6c830b218b4627.html