El 20 de octubre se inaguraba Éxodo de María Riera. La muestra, comisariada por Cristina García Camino estuvo programada para antes del confinamiento. Ahora, permanecerá en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Pública de Salamanca, Casa de las Conchas, hasta el 13 de diciembre.
María Riera se formó en diseño de arquitectura de interiores en Madrid, donde tuvo un estudio hasta que regresó a su ciudad natal, Salamanca. Aquí abre su propio taller y empieza a trabajar como artista en una casa rural con su pareja de entonces.
Los objetos desechados son los ingredientes básicos con los que trabaja María porque cada uno de ellos encuentra su historia. Desde material de de derribo de casas, molinos antiguos, ruedas, hasta restos de carpintería, sobre estos elementos ensambla objetos que muestran su discurso en torno a lo rural, el paso del tiempo y a la arqueología de los mismos.
También es contadora de cuentos, para los que elabora sus escenografías. A esta faceta llegó de manera azarosa gracias a un curso que recibió del dramaturgo Roberto García Encinas, actuando también como actriz en el grupo salmantino denominado Tejuelo Teatro.
Tiene María Riera sobre todo la necesidad de contar historias a través de esos objetos encontrados, historias reales basadas en su propia vida, como fue en esta exposición de su éxodo personal en el que el discurso es mostrado por las pequeñas, frágiles figuras humanas.
Este discurso no está exento de esperanza, encontrada -por ejemplo- en el organicismo de las algas marinas, potenciadoras de la vida y que le confieren belleza y armonía.
La fragilidad forma parte de nuestra esencia
“La armonía aún era posible en el origen
Tierra habitada, compartida, lugar de encuentro
Vida en equilibrio con el entorno
Pero el tiempo es implacable
Tiempo, tiempo, tiempo
Desdichas, desencuentros:
Un Mundo hostil.
Y el éxodo se hace necesario
La huida hacia un lugar
Donde habite la esperanza”
Marieta Monedero
Trabajar sobre uno mismo
Parafraseando a Wittgestein, “el acto de pensamiento es trabajar sobre uno mismo”, sobre la propia percepción, y lo que uno demanda de ella.
A lo largo de la historia el éxodo lo encontramos desde el Antiguo Testamento -en el que la comunidad se ve forzada al exilio por un orden mayor- hasta nuestros días.
Hoy en día podemos hablar de un éxodo urbano generado por la pandemia, en virtud del cual muchas personas se mudan al campo buscando la oportunidad de estar en contacto con la naturaleza.
El trabajo de María Riera parece salir de la película titulada Éxodo (de Otto Preminger), estrenada en el año 1960 y que gira en torno a la unificación del Estado de Israel.
María Riera sueña con una imaginación encendida y ejerce un arte que combina lo rústico y lo delicado, para expresar su visión del mundo, no exenta de esperanza. La carga afectiva de su mundo le lleva a trazar su éxodo particular; en su trabajo se respiran soledad, silencio, esencialidad y lo íntimo a punto de germinar.
Nos habla de la huida del mundo hacia la acción diríamos esencial: “la concentración extrema de uno mismo para uno mismo”. La ascesis no implica tanto la renuncia, como el modo de lograr algo.
Esta ascesis de transformación de la estética migratoria se basa en el deseo de equilibrio y de armonía, en encontrar algo mejor tanto en pensamiento como en el espacio, y nos acerca a los problemas de las ciudades. Esto la llevó a retratar una situación extrema, que contiene un índice de negatividad y que pone en juego la realidad social de muchos pueblos; es el ideal ascético de muchos hombres que dijeron no a la sujeción y se marcharon a un desierto cualquiera.
La búsqueda de un mundo mejor
Un artista es un pensador que va más allá de las fronteras; habitante del límite, trabaja para hacer algo enraizado en nuestro pensamiento. La mirada a lo lejano, la fragilidad de nuestros días, la vulnerabilidad de estos momentos son esenciales para concebir sus esculturas.
La mirada de María al mundo desde su prisma, que no es más que una quimera, una ilusión abierta con un halo de luz al final del túnel.
Se establece con la gente un diálogo al límite de ser, de existir, de habitar, donde tal vez la rosa tuvo que desvanecerse para que surgiera la poesía.
Esta poética nos demuestra el amor al vacío, a lo desconocido, el amor a lo que ha de llegar; ese enfrentarse al vacío lleva a una apertura total, es esa huida que busca un pensamiento que va más allá del mundo, en compañía de la dulce naturaleza, por ello hay una esperanza en el mar con esas algas, con un paraíso soñado.
El éxodo, la idea de la transformación, la mutación de escenarios efímeros en hogares en los que las figuras se instalan en huecos, en vacíos; son lugares deshabitados con esa intención de encontrar el ágora y la polis griega desde la intimidad, huecos donde cobijarse y engendrar los lazos afectivos comunes, conversaciones entre los personajes.
El mundo íntimo de María es un mundo de la cercanía y del sueño; de ahí su poética al crear con su obra la esperanza, una planta soñada llena de delicadeza y de fragilidad.
Éxodo
Artista: María Riera
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Lugar: Sala de Exposiciones de la Biblioteca Pública de Salamanca, Casa de las Conchas.
Fechas: Hasta el 13 de diciembre de 2020.
Autor: Cristina Garcá Camino
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