Amarga lucidez

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Es un inmenso placer leer ’El arte del puzle’, una novela amarga de José María Pérez Álvarez

El arte del puzle, la nueva novela de José María Pérez Álvarez (Ourense, 1952), es una novela amarga, como suelen serlo mayormente todas las escritas desde la lucidez. Revisé hace tres años Nembrot (2002) y me ayudó a extraer una conclusión: con los restos de la novela tradicional, con su agonía, se ha construido otra tradición, la de la novela que escribieron con espíritu heterodoxo Juan Goytisolo y Julián Ríos, entre otros, sin olvidar la extraordinaria La saga/fuga de J. B., de Gonzalo Torrente BallesterEl arte del puzle es la conjunción de estas dos tradiciones.

Esta es la historia de una familia burguesa con mujer escritora y poeta en su centro. Ana Álvarez Ruiz, la poeta; su marido, Abelardo García, un simple que sólo le importa el boxeo y las novelas de Marcial Lafuente Estefanía; y el hijo, perdido entre el alcohol, las drogas y algún que otro hurto, lacras de las que logra redimirse gracias a haber asumido la responsabilidad de narrar lo que leemos. En la segunda persona del singular, el narrador encuentra el tono de su relato y de su posición moral y vital dentro de él. Tendríamos que sumar a otro personaje no menos importante en este fascinante y a la vez muy triste puzle. Se trata de Gaspar Winckler, un amante de Ana que conoce en París, experto en diseñar crucigramas, puzles, acertijos matemáticos, además de pintor.

Esta historia familiar atraviesa varias décadas, incluida el franquismo. Entre esa chatura social y mental, destaca la figura de Ana, una mujer distinta, sublevada con su cuerpo y su sensibilidad contra la impostura del modelo familiar tradicional. Nuestro narrador desgrana las piezas del puzle en que está incrustado, mientras, dicho sea de paso, Winckler diseña el sumun del puzle siguiendo la armazón textual de Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau. El hijo de Ana relata lo que ve y sufre, manteniendo vigilante su inteligencia para no autoengañarse ni engañar a nadie. La belleza de Ana, su extrema soledad y sus palabras seguirán intactas en la memoria del narrador.

Autor: J. Ernesto Ayala-Dip

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