La rosa de los vientos. Antología poética, de Juan Ramón Torregrosa

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La rosa de los vientos. Antología poética, es un libro recopilatorio de poemas realizados por distintos escritores a lo largo de la historia. Fue publicado como una guía didáctica por primera vez durante el año 2002 por la Editorial Vicens Vives, con Juan Ramón Torregrosa como editor. Las ilustraciones corresponden a Jesús Gabán.

Según el portal literario Luna Miguel (2019), “el libro pretende que emprendas un viaje imaginario donde conozcas otras culturas, tierras extrañas y paisajes inimaginables”. Semejante travesía emocional y fantástica solo puede ser evocada por la pluma de los poetas más geniales del mundo.

Sobre el editor, Juan Ramón Torregrosa

Juan Ramón Torregrosa nació durante el año 1955 en Guardamar del Segura (Alicante), España. Egresó como licenciado en Filología Hispánica de la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde 1979 ejerce como profesor de secundaria; actualmente labora en el IES Doctor Balmis de Alicante. Adicionalmente, trabajó como codirector del Aula de Poesía de la Universidad de Alicante entre 1999 y 2005.

También ha dirigido ediciones críticas de Benjamín Jarnés (Su línea de fuego), Bécquer (Leyendas y rimas) y Alejandro Casona (Nuestra Natacha). Sus primeras obras conocidas datan de 1975, la mayoría de ellas han sido libros de poemas y antologías. Asimismo, ha elaborado una adaptación juvenil de la novela de Dickens, Historia de dos ciudades.

Algunas publicaciones destacadas de Juan Ramón Torregrosa

  • El estanque triangular (1975). Libro de poesía.
  • Sol de siesta (1996). Libro de poesía.
  • Las cuatro estaciones. Invitación a la poesía (1999). Antología de poesía para niños.
  • Arrollo claro, fuente serena (2000). Antología de poesía para niños.
  • Hoy son flores azules. Tradición oral en poetas del 27 (2007). Antología de poesía para niños.
  • Mañana serán miel (2007). Antología de poesía juvenil.
  • La soledad (2008). Libro de poesía.
  • Concierto de contrarios (2017). Libro de poesía.

Análisis de La rosa de los vientos. Antología poética

Las últimas ediciones de la antología incluyen notas explicativas o aclaratorias más un apéndice de asignaciones para el análisis de los poemas. Por supuesto, al ser una analogía el tipo de redacción, la terminología y el estilo narrativo varían de acuerdo con el autor trabajado. Además, las ilustraciones de Jesús Gabán constituyen el complemento perfecto para percibir la esencia de las letras estudiadas.

El gran mérito de la antología de Torregrosa

Juan Ramón Torregrosa realizó una escogencia muy minuciosa de los escritores y poemas incluidos en su antología de acuerdo con las temáticas tratadas. ¿Existe alguna mejor manera de incentivar al autodescubrimiento en los jóvenes que de la mano de genios como Neruda o Gómez de la Serna? Incluso, los escritos anónimos pueden resultar tanto o más atrayentes en comparación con aquellos creados por los poetas más reconocidos.

De igual forma, La rosa de los vientos consigue generar un interés significativo entre lectores ocasionales. A pesar de estar dirigido a un público infantil, la lectura de este libro resulta muy amena para audiencias de todas las edades. Si bien, es un libro con un claro propósito pedagógico, su estructura puede convertirse en fascinante para aquellos lectores apasionados por la poesía.

Estructura

Juan Ramón Torregrosa presenta los poemas agrupados en siete temas. Autores como Rubén Darío, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Bécquer, Juan Ramón Jiménez o Federico García Lorca, aparecen descritos en más de una temática. En cada poema, el editor señala actividades con el fin de dilucidar los motivos y sentimientos del escritor. Del mismo modo, estas asignaciones facilitan el entendimiento de los recursos literarios empleados.

Echando a volar

Torregrosa agrupa los primeros aparta los primeros dos poemas alrededor de las relaciones entre padre e hijo(a). El primer poema analizado es “Rueda que irás muy lejos”, de Miguel Hernández. El núcleo motivacional de este escrito es la devoción que siente un padre por su hijo. El editor pregunta a sus lectores sobre los modos empleados por el protagonista para llamar a su hijo, el tipo de palabras utilizadas y los anhelos proyectados.

El segundo poema es “Margarita Debayle”, de Rubén Darío. En esta ocasión, Torregrosa enfatiza en el amor por la bondad y la belleza despertados en el poeta por la niña descrita en la historia. Las interrogantes presentadas buscan facilitar la interpretación de figuras retóricas, sueños e hipérboles. De igual manera, se explica el componente religioso y espiritual como elemento crucial para el cierre del poema.

Ansias viajeras, sueños de libertad

En este grupo de poemas, Torregrosa trae a la palestra las distintas perspectivas de los poetas que han escrito sobre viajes y escapes. Obviamente, se trata de poemas cuyo núcleo en sí mismo va más allá de los traslados de un sitio a otro de una persona. En realidad, aborda las limitaciones, las prisiones, la libertad, el miedo, el arrojo, las travesías más allá de un horizonte desconocido… Todo está en la mente del escritor y del lector.

“Mapas”, de Concha Méndez

Torregrosa pregunta a los lectores sobre la sensación trasmitida por la protagonista cuando observa los mapas. En consonancia, el editor entiende que el contexto es propicio para inmiscuirse en actitudes típicas de la adolescencia. Entre ellas, las ganas de evadir o escapar de situaciones (o de sí mismos). Por ello, un mapa puede significar al mismo tiempo un reto afrontado con valentía o el temor de enfrentarse a parajes desconocidos.

“Cabalgar sobre la mar”, de Rafael Alberti

Evidentemente, las letras de Rafael Alberti reflejan su amor por la mar. Por ende, los vastos horizontes y su fuerza indomable despiertan sensaciones de libertad, poder, peligro o aliento. Todas las contradicciones son válidas en sus dominios. Bella, implacable, pacificadora y tormentosa; la mar de Alberti es traída por Torregrosa como un ejercicio para dejar volar la imaginación, literalmente.

Juan Ramón Jiménez. Parte de los poetas de la antología.

“Los palos del telégrafo”, de Celia Viñas y Pato, de Blas de Otero

La expresión de ambos poetas es clara a través de un tren y la línea de telégrafos. Torregrosa se vale de ambos escritos para explicar cómo el placer de viajar puede originarse a partir de circunstancias distintas en cada persona. Al respecto, el editor pone el acento sobre el derecho a la libertad de los seres humanos y el ideal de eliminación de las fronteras. Conceptos manifestados con un estilo más explícito por Blas de Otero.

“Adolescencia”, de Juan Ramón Jiménez y Canción del pirata, de José de Espronceda

Probablemente, el poema de Jiménez es el texto de La rosa de los vientos con el cual los lectores juveniles se sienten más identificados. ¿Por qué el adolescente desea irse de su pueblo? ¿Cuánto pesa el amor en las decisiones tomadas? Esta última interrogante también es el tema central de José de Espronceda en su poema de una exquisita expresión romántica muy musical.

Otros países, otras gentes

Rasgos y cualidades

“Sensualidad negra”, de Jorge Artel, describe la extraordinaria belleza de una mujer con herencia genotípica afrodescendiente. Torregrosa enfatiza la manera en la cual Artel destaca los rasgos sublimes de su musa con sonrisa de marfil y piel de ébano. De igual forma, el poema “Saga”, de Aramís Quintero es analizado por Torregrosa para destacar el uso preciso de adjetivos al momento de evocar percepciones sensoriales.

Adjetivos para la naturaleza y la selva de concreto

En esta temática, el editor continúa con su estudio de los sustantivos utilizados para describir la naturaleza en “Magred”, de Francisco Brines. En contraste, Torregrosa pasa en el poema siguiente —La aurora, de Federico García Lorca— a profundizar en narraciones surrealistas de una metrópolis deshumanizada (Nueva York). Esas imágenes irracionales son detalladas para explorar las letras que reflejan pesadillas, violencia, ansiedad y muerte.

En el reino del amor

Epítetos y estaciones

Juan Ramón Jiménez aparece nuevamente en la antología poética con su Mañana de primavera. En esta ocasión, Torregrosa pregunta a la audiencia sobre las razones del poeta para escoger las flores de una mañana de abril como forma de expresar su alegría. Igualmente, en “Rimas” de Gustavo Adolfo Bécquer, el editor escudriña en los compases métricos de un relato lírico referente a las distintas etapas del amor: ilusión, deseo y fracaso.

Asimismo, Torregrosa solicita a los lectores escribir su propia escena cargada de sensualidad similar a las plasmadas por Ángela Figuera en su poema “Otoño”. De igual manera, con “Frutos del amor” de Antonio Carvajal, se analizan las rimas asonantes en torno a las metáforas apasionadas basadas en la naturaleza.

El amor en la poesía tradicional

En Soleares, seguidillas y otras coplas de Manuel Machado se enfocan las estructuras métricas tradicionales. En el criterio del editor, la obra de Machado representa la oportunidad perfecta para entender una rima asonante con versos pares o impares. Ya sean dentro de coplas, seguidillas o soleas.

En complemento, Torregrosa presenta actividades para identificar las metáforas en el poema “Rima”, de Bécquer y el tipo de métrica tradicional en dos poemas anónimos. En el primero, “El amor es más poderoso que la muerte” (anónimo), el autor tiene sentimientos encontrados de resignación y esperanza. El segundo de ellos es “El romance de la condesita”, con sus 134 versos octosílabos de rima asonante aguda en sus versos pares.

El lenguaje de las emociones

Al referirse a “La reina”, de Pablo Neruda, Torregrosa coloca en perspectiva la experiencia subjetiva del enamorado. Entonces, pregunta a los lectores si ellos han mirado con ese velo que convierte en sublimes la apariencia y los gestos de la persona amada. A la par, el editor explica mediante “El desayuno” (de Luis Alberto Cuenca) que el lenguaje corriente es perfectamente válido en poesía. Un léxico complejo y/o rebuscado no es indispensable.

Caminemos de la mano

Espiritualidad y valores universales

En “La rueda de la paz”, de Juan Rejano, Torregrosa insiste en la importancia de las figuras retóricas de carácter fónico. Es decir, los elementos rítmicos conseguidos a través de una estructura paralelística y repetitiva mientras reflexiona sobre la infancia, los juegos la guerra y la paz. De la misma manera, el editor aborda “Oda a la tristeza”, de Neruda, para señalar la relación establecida por el poeta entre los animales “sucios” y su aflicción.

A pesar del sentimiento sombrío, Neruda plasmó algunos pasajes esperanzadores en esta obra, pues entiende a la tristeza como un elemento natural de la espiritualidad. Igualmente, Blas de Otero explora el tema de la fe en Dios y en la humanidad dentro de su poema “En la inmensa mayoría”. En el ideario del editor, el escrito de Otero favorece al análisis de tópicos espirituales (la religión, la confianza, los valores y la fuerza interior).

Sociedad, amistad y empatía

El poema “Bares”, de Nicolás Guillén, es abordado por Torregrosa para proyectar un escrutinio del lenguaje coloquial empleado por la gente pueblerina en las tabernas. Por ende, plantea interrogantes sobre la tipología de los caracteres y el ritmo frenético citadino en contraparte a las charlas amenas elogiadas por Guillén. Luego, el editor de la antología poética estudia la generosidad predicada por José Martí en Una rosa blanca.

No es un detalle menor, pues Martí profesa en su escrito una cualidad que define la personalidad de los individuos: la cortesía con el adversario. Después, Torregrosa coloca en contraposición el poema Nadie está solo, de Agustín Goytisolo, en donde el autor critica la indolencia del mundo desarrollado. Esas actitudes individualistas son el objeto del repudio de Goytisolo en sus líneas apelativas hacia el resto del mundo.

Los sustantivos como recursos de expresión en motivos distintos

El trigésimo poema analizado por Juan Ramón Torregrosa en su analogía es “Distinto”, de Juan Ramón Jiménez. Se trata de un escrito en donde se defiende la diversidad étnica, cultural y religiosa en medio de un mundo infestado de fanatismos e intolerancia. Jiménez emplea diferentes sustantivos de la naturaleza (pájaro, monte, camino, rosa, río y hombre) en analogía a la propia pluralidad de las manifestaciones humanas.

En seguida, el editor invita al estudio de los sustantivos colocados por Rubén Darío en “Los motivos del lobo”. Muchos de ellos son sinónimos empleados para subrayar las diferencias entre el comportamiento natural de los animales y la maldad premeditada de las personas. Más adelante, Torregrosa continúa la disertación en torno a los sustantivos por medio de los símiles con la naturaleza utilizados por Rafael Alberti en Canción.

Un paseo por la naturaleza

A manera de enlace con la temática anterior, Torregrosa extiende su exposición sobre los sustantivos en “Romance del Duero”, de Gerardo Diego. En este poema el autor antepone la sabiduría de naturaleza (personificada en el río) a los elementos antropogénicos contaminantes. La realidad sensible percibida a través de los sentidos es tratada nuevamente en las cuestiones planteadas sobre “Iba tocando mi flauta”, de Jiménez.

Del mismo modo, el editor vuelve a profundizar en argumentos espirituales descritos mediante los verbos y sustantivos presentes en “El chopo y el agua enamorados”. Con tal motivo, el poema de Pedro Salinas demuestra la importancia de la vida espiritual para los poetas. Entonces, Torregrosa interpela al lector sobre las maneras de los escritores para dotar de personalidad a todos los elementos (naturales o no) de su entorno.

En tierras del ingenio y del humor

Una cuestión de creatividad

Al inicio de esta temática, Torregrosa expresa: “No hay objeto o realidad que no pueda ser tema de un poema. Todo depende del ingenio o la capacidad del poeta para transformar algo cotidiano o vulgar en materia poética, como hace Pedro Salinas en ’35 bujías’. Desde ese punto, la complejidad de la composición ya es netamente una cuestión de habilidad.

Por ello, el editor toma como referencia a Lope de Vega con su “Soneto de repente” para explicar la dificultad que significa componer en este estilo de “estrofa-poema”. Adicionalmente, Torregrosa elogia la capacidad inventiva de Ramón Gómez de la Serna en Greguerías. Debido a su extraordinaria habilidad al momento de establecer relaciones prodigiosas entre entes —aparentemente— desemejantes.

Las fábulas

A continuación, Torregrosa encamina a los lectores dentro de actividades diseñadas para reconocer las características de la fábula tradicional. En concordancia, se toman como referencia los poemas El topo y otros animales de Tomás de Iriarte y Burla de amor de Baltazar de Alcázar. Porque representan excelentes ejemplos de literatura contemporánea y de la precisión requerida si se desea escribir un epigrama, respectivamente.

Por la ruta del sueño y del misterio

Para la temática final de su analogía poética, Juan Ramón Torregrosa se apoya en grandes maestros de la poesía española del siglo XX. Este viaje fantástico adentro de las profundidades y anhelos de la mente humana viene de la mano de:

  • Antonio Machado, “Era un niño que soñaba y Anoche cuando dormía”.
  • Federico García Lorca, “Romance de la luna, luna”.
  • Juan Ramón Jiménez, “Nostalgia”.

Autor: Juan Ortiz

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